¿Qué significa?
Un estilo de vida holístico es la elección consciente de crear balance en nuestras vidas y alcanzar el potencial máximo de bienestar individual en cuerpo, mente y alma.
Aunque su significado es variable y personalizable, en general, la vida holística se rige por el principio de observar y reaccionar ante los sucesos como un todo integrado que finalmente determina cómo se comportan las partes.
La perspectiva holística entiende, por ejemplo, que el trasfondo de una enfermedad puede ser emocional y sicológico (no solo fisiológico), y que existe una variedad de herramientas para tratar una dolencia –a diferencia de una corriente de pensamiento más tradicional, donde se creería que para cada mal existe una cura relativamente estándar–.
¿De dónde viene el término?
Holístico deriva de holismo, una palabra que en griego significada «todo» y que se remonta incluso a Aristóteles. Es una postura que sostiene que los sistemas (físicos, biológicos, sociales, mentales, etc.) y sus propiedades deben ser analizados en conjunto y no solamente a través de las partes que los componen. Es decir, que el todo es más importante y complejo que la suma de sus partes.
Uno de los usos más comunes de este término es acompañando palabras que caracterizan a la vida cotidiana: nutrición holística, educación holística, entre otras.
¿Cuál es su enfoque?
La vida holística considera cuatro aspectos del bienestar: físico, emocional, mental y espiritual. Se cree que lo que sucede con uno de los aspectos puede afectar a los otros tres. Por tanto, un cuidado holístico toma en cuenta cada uno de ellos y se enfoca en cómo trabajan juntos en cada persona.
Dado que la comida tiene un papel esencial en el funcionamiento general del cuerpo y comer es un hábito que repetimos a diario, la alimentación es una de las áreas en las que más se suele aplicar el término “holístico”.
Se ocupa también para la medicina holística, que de hecho no implica rechazar la medicina convencional, sino escuchar al cuerpo de manera que esa conexión derive en que cada persona sepa cuándo le parece apropiado tomar un medicamento natural, versus cuándo considera que su situación es seria o crónica y le parece más sensato atenderse con un médico convencional.
En una vida holística, por tanto, se aprecia la sinergia de usar la medicina tradicional y las herramientas alternativas; el equilibrio entre consumir alimentos indulgentes y alimentos puramente nutritivos. Lo que sí, la nutrición holística en general se centra en el consumo de comidas naturalmente sanadoras, llenas de nutrientes, que sean integrales y mínimamente procesadas. Esto es porque, por ejemplo, consumir ciertos colorantes o aditivos químicos podría generar inflamación en el cuerpo y desbalancear el aspecto físico o mental, que se consideran vitales para el bienestar.
¿Cómo se pone en práctica?
Lo primero es recordar que debemos fluir, y que un estilo de vida holístico es un proceso proactivo y en constante cambio. No es algo que se alcanza un día. Es un camino de decisiones conscientes que crean balance en el tiempo y que sanan intencionalmente los cuatro aspectos del bienestar.
Es ideal centrarse también en el autocuidado: generar hábitos que sintamos que nos hacen bien. Fortalecer la habilidad de aumentar y mantener nuestra salud individual a corto y largo plazo.
La práctica consistente de la gratitud es otra herramienta importante. Muchas veces sabemos y sentimos que podríamos estar más felices o más saludables, pero no tenemos idea de cómo llegar a ese punto. Y ahí, quizás, la respuesta para algunas personas está en señalar (ante uno mismo) los aspectos que sí están resultando bien en nuestras vidas –en lugar de los que no–.
Y, a pesar de que se escucha mucho sobre cómo llevar una vida holística, su significado varía de persona a persona. Puede sonar ambiguo, pero lo bueno de la flexibilidad que conlleva el término es que no existe una forma correcta o incorrecta de vivir holísticamente.
Las palabras claves de la vida holística son balance, sinergia, consciencia y bienestar.