¿Qué significa?
JOMO, o joy of missing out, por sus siglas en inglés, se traduce como “la alegría de perderse cosas”. Es el primo del FOMO, es decir, el miedo a perderse cosas o fear of missing out.
A diferencia del FOMO, que en su momento se popularizó por la cantidad de eventos, viajes y entornos en que vemos a la gente de nuestras redes sociales (y que nos hacen creer que la mayoría vive una vida más interesante de la que quizás en realidad tiene), el JOMO es una invitación a alejarse de esas comparaciones.
La idea es justamente disfrutar de la alegría de poder desconectarse y estar presente. Es la sensación reconfortante que deriva de restarle importancia a las preocupaciones causadas por influencias externas, como las redes sociales, la aparente vida de nuestros pares, o incluso los pensamientos propios que insisten sobre esas cosas que quizás no hicimos tan bien o que creemos que podríamos haber hecho mejor.
¿De dónde viene el término?
Como mencionó Hayley Phelan en un artículo para el New York Times, es posible que simplemente haya salido del torbellino de internet. (En mi caso, la primera vez que escuché sobre el JOMO fue en el podcast Call Your Girlfriend, y confieso que resonó mucho con mis ansiedades de la época).
Seguro que todos hemos sentido esa ansiedad de cuando vemos las redes sociales de nuestros pares y amigos en situaciones que quizás nos estamos perdiendo, y empezamos a cuestionar las decisiones que hicieron que nosotros no terminemos en la misma situación social o laboral, o a darle vueltas innecesarias a los posibles factores que nos impidieron llegar al mismo punto que otras personas.
Bueno, resulta que esa ansiedad es un sentimiento universal. Pero no tiene por qué serlo.
¿Qué es lo que propone?
La gracia del JOMO es que al liberar ese espacio ansioso en nuestro cerebro podemos enfocarnos en asuntos más saludables y, finalmente, mejorar nuestra calidad de vida. Dejar de lado esa tensión que acumulamos para tener más energía mental para dedicarla a nuestro bienestar personal.
Liberarse de la presión de decir que sí a todo, dejar ir las cosas del pasado que no tienen ninguna vigencia en el presente, y simplemente centrarse en lo que sí estamos viviendo, y no en lo dejamos de vivir.
A fin de cuentas, el JOMO tampoco es una receta. Es simplemente un acrónimo que reconoce, con la misma o más fuerza que el miedo, la alegría de estar viviendo el presente.
¿Cómo se pone en práctica?
Algunos consejos que aparecen por el internet cuando buscamos formas de poner en práctica la alegría de perdernos cosas que están pasando son:
– Tener en cuenta cuáles son nuestras prioridades personales. Si algo no está acorde a nuestra forma de ser o nuestros planes, no dedicarle demasiada atención.
– Escuchar nuestra intuición y decir ‘no’ a lo que no tiene sentido para nuestra vida.
– Ser intencionales con nuestro tiempo; programar lo que realmente queremos (o debemos) hacer y no forzarnos a llenar cada instante de nuestra agenda solo porque pensamos que eso es lo que los demás hacen.
– Darnos permiso de estar donde estamos, no angustiarnos por no estar donde no estamos o por no haber alcanzado cierto punto en la vida.
El JOMO no es una receta. Es simplemente un acrónimo que reconoce, con la misma o más fuerza que el miedo, la alegría de estar viviendo el presente.
Un consejo práctico común es también dejar de seguir las cuentas sociales de personas que desencadenen ese FOMO en nosotros y elegir mantenernos suscritos a lo que sentimos que nos llena más y no nos genera inquietudes innecesarias. Otro, es reducir nuestro tiempo frente a las pantallas y evitar irnos por esos hoyos negros del internet que nos causan dudas o molestias.
El remedio ante cualquier detonante parece ser preguntarnos: ‘¿esto realmente me aporta algo a largo plazo?’. Y si la respuesta es no, entonces ignorarlo, olvidarlo, rechazarlo o simplemente restarle importancia.
A veces, para sentirnos conformes con lo que sí somos, tenemos y hemos conseguido, es mejor concentrarnos activamente en valorar la vida que sí vivimos y cortar el hábito de contemplar esas vidas paralelas que pudieron haber sido y no fueron.