¿Qué significa?
Es parte de una filosofía japonesa que plantea que las roturas forman parte de la historia de un objeto. Y no solamente eso; el kintsugi (金継ぎ) propone además que las grietas o fracturas deben resaltarse en vez de ocultarse, ya que embellecen al objeto al evidenciar su transformación y resiliencia.
¿De dónde proviene?
El kintsugi puede verse como una manifestación artística de la filosofía wabi-sabi, la que celebra la imperfección, impermanencia y fugacidad de los objetos. Su origen se remonta al Japón del siglo XV, cuando los artesanos japoneses buscaban formas más bien estéticas de reparar cerámicas rotas.
¿Qué lo hace interesante?
Su significado profundo. El kintsugi se basa en la belleza y la fuerza de lo imperfecto. Si se rompe un vaso o un jarrón, la invitación es a repararlos, no a tirarlos a la basura. Los objetos viven transformaciones en su vida útil y, según esta filosofía, esa historia –que incluye roturas– se puede evidenciar en su aspecto sin comprometer su estética.
Tradicionalmente, en esta técnica se ocupa resina mezclada con polvo de oro u oro líquido para hacer reparaciones en la cerámica. Las fisuras se preparan, se parchan a mano y se reparan con un cuidado comparable al de hacer el objeto en sí. Por tanto, remendar algo con esta técnica puede requerir tiempo (de secado, por ejemplo) y paciencia, por lo que es un oficio muy lindo, en que el objeto vuelve a ser valorado.
¿Qué inspira este concepto?
Cuando se rompen las cosas, normalmente nuestro primer instinto puede ser frustrarnos y descartar las piezas. O, si las reparamos, habitualmente pretenderemos esconder las fisuras. En cambio, esta técnica es una invitación a valorar la historia de ese objeto resaltando sus desperfectos.
El kintsugi puede ser visto como una metáfora sobre la resiliencia, la restauración, la sanación. Sobre la oportunidad de una segunda vida después de una caída. Es un recordatorio de que acoger las imperfecciones puede ser considerado bello y hasta útil. Apreciar las roturas y arreglar –con oro– cosas que de otra manera serían descartadas embellece los objetos al mismo tiempo que los refortalece para seguir funcionando y existiendo.
Además, las fracturas de los objetos suelen ser desiguales e impredecibles, por lo que el kintsugi se abre a la asimetría y a la irregularidad de la vida y pone de manifiesto que las cosas que pasan (los accidentes, las caídas) pueden ser nuevas fortalezas. En un objeto reparado mediante kintsugi, deja de importar lo que debió haber sido y se resalta lo que es ahora.