La escasez de agua es una preocupación a nivel global. El agua es un recurso limitado e irremplazable para la vida en la Tierra, y se está acabando rápidamente. Uno de los responsables de que esto ocurra es la industria de la moda, la cual ha sido denominada por la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) como la segunda industria más contaminante del mundo, superada sólo por la industria petrolífera. Esta ha dejado una gran huella hídrica a lo largo del tiempo y ha generado daños ambientales, como la presencia de microplásticos en los océanos alrededor del mundo, donde cada año alrededor de medio millón de toneladas de microfibras son liberadas hacia el mar provenientes de la industria textil, según reporta la fundación Ellen MacArthur. Esto último equivale a que se derramaran tres millones de barriles de petróleo hacia el mar. Lo peor es que, indirectamente y sin saberlo, al ser consumidores de ropa, somos parte de este problema. Para ir entendiendo mejor lo anterior, es necesario partir haciéndose dos grandes preguntas: ¿qué es la huella hídrica? Y, ¿qué relación tiene con mi ropa?
¿Qué es?
El concepto de huella hídrica fue introducido por primera vez en el año 2002 por el profesor universitario Arjen Hoekstra, quien en primera instancia lo utilizó para generar un indicador del consumo y uso del agua. Sin embargo, con el paso de los años y posteriores investigaciones, esta definición ha tenido un par de ajustes. Hoy en día, la huella hídrica es conocida como el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios de un individuo, comunidad o empresa.
Con esta definición aclarada, podemos empezar a ver cuánto volumen de agua utiliza la industria de la moda en los procesos de fabricación de prendas. Según un informe redactado por la ONU junto a la fundación Ellen MacArthur, la industria de la moda utiliza 93.000 millones de metros cúbicos de agua al año. Este número equivale al consumo directo de agua de cinco millones de personas, lo cual es alarmante. Esto ocurre debido a la manera en que la industria ha estado funcionando los últimos años, siguiendo los sistemas productivos de la moda rápida o fast fashion.
Por otro lado, el 20% del agua mundial es desperdiciada debido al teñido y tratamiento de textiles en la producción masiva de prendas de vestir. Esto se debe a que en este proceso se liberan químicos tóxicos muy contaminantes, tales como el alquifenol, ftalatos, clorobencenos o clorofenoles hacia las aguas, provocando una especie de sopa tóxica formada por sales, metales pesados, alcalinos y colorantes, elementos usados para poder fijar el color en nuestra ropa y conservar los textiles.
Mi huella hídrica y la ropa
Cuando uno compra una prenda pasa a ser el responsable de su cuidado y mantenimiento. Se dice que la mayor parte de los impactos medioambientales asociados con la ropa se producen dentro de la fase de uso de esta. Las buenas noticias son que, a pesar de los alarmantes datos anteriores, aún hay acciones que podemos llevar a cabo para reducir nuestra huella hídrica en lo que respecta al consumo de ropa.
Sabemos que debemos informarnos sobre los materiales de los que está hecha nuestra ropa y cuestionarnos su procedencia. Esto permite tener una noción de cómo fue hecha, pero también de si, al producirse la prenda, esta eliminó elementos tóxicos o cuántos litros de agua utilizó. Hay varios tipos de prendas que uno tendería a pensar que no son tan contaminantes en su proceso de producción, partiendo por una simple polera de algodón. Normalmente se nos dice que el algodón es una fibra textil que no contamina tanto y que elijamos prendas hechas de ese material en vez de otros más sintéticos. Pero, ¿es eso cierto? La verdad es que el algodón es uno de los textiles que más agua utiliza para poder fabricarse. Tal como lo establece un informe de Water Footprint, el algodón es el responsable del consumo del 2,6% del agua mundial en su proceso de producción. Para poder obtener un kilo de algodón es necesario utilizar 10.000 litros de agua. Entonces, ¿es realmente más sustentable comprar una polera de algodón tradicional? No necesariamente. Sin embargo, siempre existe la opción de comprar ropa fabricada a partir de algodón orgánico, el cual, a diferencia del tradicional, produce cinco veces menos contaminación del agua.
Otra prenda común en nuestros clósets que provoca un gran impacto en el ambiente sin que muchas personas sepan son los jeans. Para poder llegar a fabricarlos, se consumen cerca de 8.000 litros de agua por cada uno, lo que equivale al líquido que toma una persona por unos siete años. La próxima vez que compres jeans procura que sean de buena calidad, para que al menos te duren varios años y el consumo de agua utilizado se compense ocupando la prenda por mucho tiempo.
Otro tip práctico para reducir la huella hídrica personal asociada a la ropa es lavarla solo cuando esté realmente sucia para no seguir contribuyendo al gasto innecesario de agua. El simple hecho de lavar nuestra ropa diariamente provoca el gasto de unos 285 litros de agua. Además, según un estudio hecho por Fashion Revolution en el año 2017, el 17% del agua que es consumida en las casas se debe al uso de la lavadora y el 90% de la ropa que se lava no necesita ser lavada. En otras palabras, está en nuestras manos comenzar a reducir nuestra huella hídrica evaluando si es que nuestras prendas necesitan un lavado realmente o pueden volverse a usar para así ahorrar agua. Si somos conscientes de esto, con pequeñas acciones podemos reducir nuestra huella hídrica y eventualmente generar un cambio importante.
Fuentes consultadas:
AEC | Water Footprint | Ellen MacArthur Foundation | Banco Mundial | News UN | Climaterra | Emol |Fashion United | OCU | Greenpeace
Imagen de portada: Alissa Krumlauf
Imágenes interiores vía Ellen MacArthur Foundation