La emprendedora Loria Oliver declaró en una entrevista a la revista Forbes una frase que resonó fuerte en nosotros:
«El fracaso debería ser celebrado por sus lecciones, tanto como el éxito se celebra por su prestigio.»
Gracias a esta reflexión, nos pusimos a pensar en el momento en que aprendimos a poner mucha más atención a los resultados positivos, que aquellos negativos. Llegamos así a la infancia, época en la cual leímos libros de historias donde los protagonistas siempre lograban sus cometidos. Ganar la carrera, el matrimonio del príncipe y la princesa, derrotar al malvado dragón. El final feliz era -y es- algo común, esperable.
Luego pusimos atención a nuestro entorno familiar, y no pudimos recordar largas conversaciones sobre las derrotas, y las consecuencias de ellas en nuestras vidas. Tampoco encontramos en nuestra juventud un ritual diario de análisis de lo aprendido de las equivocaciones. En el colegio se premiaba en eventos deportivos con medallas los primeros tres lugares, ¿y qué hay sobre el resto? ¿Alguien escuchó alguna vez de terapia grupal para todos los que no obtuvieron un galardón en música, clases de castellano o física?
Más tarde nos dimos cuenta que diversos medios tienden a destacar los títulos obtenidos de los personajes destacados, pero ninguna revista o diario publica cuánto costó obtener esas certificaciones, o cuáles fueron los costos de oportunidad. Las ganancias de tal o cual negocio, lo que sí funcionó, los acuerdos y fusiones…
Entonces uno emprende, se casa o empieza una huerta, y cuando el proyecto se hunde -por las circunstancias que fueren- no sabe bien cómo enfrentarlo. ¿A quién recurrir? Si se tiene suerte, con un poco de distancia y habiendo transcurrido algo de tiempo, es posible mirar atrás y darse cuenta de por qué las cosas no se dieron como uno esperaba. Quizás en este periódo se pueden establecer conexiones entre algunas acciones tomadas y sus efectos. Lo importante y enormemente valioso, es comprender que la experiencia vivida nos hizo crecer, y así esperar con ilusión, que la próxima vez que lo intentemos, ya sepamos cómo sortear las dificultades.
Imagen via Vineet Kaur.