En una de sus visitas más recientes, mi mamá me trajo de regalo un pequeño artefacto de color verde agua. Era un jade roller o un rodillo facial de jade.
Se ve casi como un rodillo de pintura, pero el mango está hecho de algún cristal –puede ser jade o cuarzo rosado– al igual que la pieza giratoria, que suele tener forma ovoide. Esta última es lisa y fría, y se usa para hacerla rodar sobre la piel de la cara y masajearla. Algunos rodillos tienen, en el extremo opuesto, otro rodillo más chico, que en teoría sirve para alcanzar áreas más pequeñas de la cara (sienes, entrecejo, contorno de la nariz, debajo de los ojos).
A pesar de que se popularizaron en el último par de años, los rodillos faciales, por lo que leí, son parte de las rutinas de belleza de mujeres en China desde el siglo VII.
Mi mamá –que de hecho es mitad china– no me dio muchas instrucciones, solo me dijo que lo usara cuando quisiera desinflamar la piel de mi cara. Y eso hice. Lo he ocupado esporádicamente por la mañana, cuando veo que amanezco ligeramente hinchada (usualmente después de una noche de vinos o comida japonesa).
Tradicionalmente, se cree que los rodillos faciales ayudan a mejorar la circulación, reducir la hinchazón y ayudar a una mejor absorción de sérums o aceites faciales. Aunque no podría atestiguar que efectivamente funciona para alguno de estos propósitos, masajearse la cara con una piedra pulida y fría es extrañamente reconfortante.
Googleando, para variar, aprendí que se recomienda hacerlo rodar hacia arriba y afuera para maximizar su desempeño desinflamante, siempre haciendo menor presión en el centro de la cara que en el contorno. También leí que usarlo después de ponerse aceites no contribuye necesariamente a su absorción, ya que la piel aparentemente no funciona así.
Otro truco es guardarlo en el refrigerador para mantenerlo frío. Si bien invierno no es quizás la época adecuada para pasarse un rodillo helado por la cara, reconozco que me ayudó a aliviar un dolor de cabeza inminente. Y probablemente lo pruebe de nuevo en el verano, cuando seguro es mucho más satisfactorio.
Ahora, si tuviera que decir si creo que todo el mundo necesita un rodillo facial, diría que no. Una cuchara helada también puede hacer más llevadero un dolor de cabeza o aliviar unos ojos hinchados. En cuanto a apariencia, los resultados tampoco son evidentes. Pero sí debo recalcar que se siente bien. Y, como pasa con muchos de estos nuevos hábitos, usar un rodillo facial es una alternativa más para introducir pequeños actos agradables a una rutina que de otra manera haría mucho más al apuro.
Si tener un artilugio de jade para masajearme la cara cada mañana es lo que necesito para apreciar el momento de arreglarme en la mañana, por qué no. Quién sabe, hasta es posible que eso sea lo que mi mamá me quiso transmitir con este mini instrumento.