La Real Academia Española tiene 18 acepciones para definir natural, dos que describen algo tangible. Según una de ellas, natural significa perteneciente o relativo a la naturaleza o conforme a la cualidad o propiedad de las cosas. O, dicho de una cosa que está tal cómo se halla en la naturaleza o que no tiene mezcla o elaboración. La verdad es que ni para la RAE es fácil definir la palabra, imagina la dificultad de definir qué es cosmética natural para una población de 7000 millones que, cada día, en sus primeras tres horas de vigilia, usa al menos cinco productos de higiene y cuidado personal.
Lo que sí sabemos es que el comienzo del siglo XXI ha estado marcado por profundas transformaciones en el consumo, y sobre todo en lo que respecta al origen de aquello que se consume, avanzando cada día más a lo natural, en respuesta a un siglo de explotación petrolera y masificación de sus derivados. Si bien en el mundo existen regulaciones establecidas para garantizar la calidad orgánica de un alimento, incluso de una fibra textil, a la fecha no existe una definición universal de parámetros que clasifiquen un producto cosmético como natural o ecológico. Esto se debe también a los complejos procesos involucrados en transformar un vegetal en un producto cosmético acabado, por ejemplo.
Ante la abundancia de fórmulas, marcas, ingredientes, cursos, recetarios magistrales, nombres de plantas y la escasa regulación latinoamericana al respecto, hoy cualquier producto puede autodenominarse natural, ecológico o incluso clean. Y a nosotras, las consumidoras que buscamos alternativas, la cabeza se nos hace un lío a la hora de elegir aquello que ponemos en nuestra piel, el órgano neurosensorial más extenso y expuesto de nuestros cuerpos. La creación de criterios mínimos es la clave a la hora de diferenciar estos “apellidos” que acompañan la cosmética, para no caer en las marketeras garras del greenwashing o cleanwashing.
Con el fin de compensar la falta de una definición internacional de cosmética natural y ecológica, en los últimos años han surgido varias definiciones y sellos, los más completos en términos de abordaje multifactorial son los europeos Cosmos y Natrue, excelentes puntos de partida para comprender qué es cosmética natural en regiones desreguladas y poco claras como la nuestra.
Analicemos con lupa estos acuerdos
Pese a que estos estándares son ultra detallados y complejos, voy a digerir para ustedes un poco del caudal de información, para distinguir muy bien qué es y qué no es natural:
¿Cuál es la diferencia entre natural y ecológico?
Para que un producto cosmético pueda llamarse ecológico, el sistema de producción de sus materia primas e ingredientes debe estar sujeto a la normativa N° 334/2007 de la Unión Europea o su equivalente según el territorio. Y, al menos en el caso de Cosmos, “debe contener al menos un 95% de ingredientes ecológicos respecto al total del producto acabado sin agua ni minerales”. En el caso de Natrue, los porcentajes según la composición y tipo de fórmula (gel, emulsión etc) son aún mayores.
En Chile, el término ecológico sería equivalente a orgánico (certificado), carácter que está normado por la Ley N° 20.089 y se puede realizar por dos caminos: por medio de entidades de certificación o por organizaciones de agricultores ecológicos.
¿Cuáles son los ingredientes permitidos y prohibidos según los estándares Cosmos y Natrue?
Los ingredientes pueden ser:
Naturales: De los reinos mineral, monera, protista, fungi, vegetal o animal.
Derivados de origen natural: Obtenidos únicamente por transformaciones físicas o químicas. No pueden ser sometidos a radiación ionizante ni a blanqueo con cloro.
Idénticos a los naturales: Sólo pueden utilizarse estos ingredientes de síntesis química cuando las sustancias naturales no se pueden obtener mediante un esfuerzo técnico razonable y sólo se admiten para pigmentos, minerales inorgánicos y conservantes.
Está prohibido el uso de:
Fragancias sintéticas “idénticas al natural”: Para asemejarse a la fragancia natural de algunos ingredientes en ciertos productos, se utiliza una amplia cantidad de moléculas o sustancias, algunas tóxicas, como los ftalatos. Muchas veces los productos que se denominan orgánicos usan, en sus fórmulas, fragancias sintéticas que identificamos en la lista de ingredientes de la Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos como parfum o fragance.
Organismos genéticamente modificados (OGM o GMO en inglés): Un OGM es un organismo vivo (bacteria, levadura, planta o animal) cuyo material genético ha sido alterado mediante ingeniería genética.
Tensioactivos (detergentes): Que no sean 100% biodegradables. Todo tensioactivo debe ser sujeto a evaluación ambiental.
Con estos acuerdos simples –que en realidad están ultra detallados– queda clara la prohibición total de uso de ingredientes tóxicos, como los 20 listados por la EWG o los más de mil microplásticos en cosmética detectados por Beat the Microbead de Plastic Soup Foundation.
¿Qué pasa con el embalaje e información en el etiquetado según los estándares naturales de Cosmos y Natrue?
En este punto, los estándares de cosmética natural tienen todo ultra regulado hasta el tamaño de los textos y lo que se debe decir para no inducir a errores ni “tentar” al consumidor, ya que, a lo que realmente se apela es a nuestro sentido de responsabilidad, autoeducación y libertad a la hora de hacer una compra.
La Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos (INCI por sus siglas en inglés), es vital para el consumidor en cualquier tipo de cosmética. Pero, en la cosmética natural, para cada ingrediente que proviene de la agricultura ecológica se debe adicionar la palabra procedente (si fue transformado físicamente) o elaborado (si sufrió una transformación química).
Respecto a la materialidad del embalaje está prohibido el uso de:
- cloruro de polivinilo (PVC) y todo plástico clorado
- poliestireno y cualquier plástico que contenga estireno
- materiales derivados de OGM
- partes de animales o sustancias producidas por animales, como por ejemplo seda o cuero
¿Cuáles son las políticas de sustentabilidad en cosmética natural?
Algunos de los pilares de sustentabilidad que defiende la cosmética natural o ecológica según el congreso de la Unión Europea y sus organizaciones certificadoras son:
La experimentación con animales, tanto de ingredientes como de productos acabados, está prohibida.
El uso de materias primas obtenidas de especies amenazadas o protegidas necesita un certificado de autorización por la autoridad competente. Este punto es de especial valor cuando hablamos del principio de “exótico”, muy utilizado en cosmética.
El uso de aceite de palma y palmiste y todos sus derivados: glicerina vegetal, cocamidopropil betaína, alcoholes grasos, ésteres de ácidos grasos y un enorme etcétera que encontramos en lociones y hasta el shampoo en barra. Requiere que provengan de cadenas de suministro certificadas como RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil) o CSP (Certified Sustainable Palm Oil). Este punto es súper importante porque el uso masivo de este aceite y sus derivados en la producción de alimentos y de cosmética, ha destruido las selvas tropicales de Malasia e Indonesia.
Finalmente, la cosmética natural, como sostiene Natrue, debe estar alineada con los siguientes objetivos de desarrollo sostenible planteados por la ONU:
3. Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos y todas en todas las edades.
9. Desarrollar infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar la innovación.
12. Garantizar las pautas de consumo y de producción sostenibles.
13. Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
14. Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para lograr el desarrollo sostenible.
15. Proteger, restaurar y promover la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra, y frenar la pérdida de diversidad biológica.
Luego de esta explicación express, vale la pena destacar la importancia de los acuerdos, sobre todo si estos tienen un carácter global. Espero honestamente que los acuerdos propuestos por las certificadoras lleguen a ser mínimos universales a la hora de elaborar un producto que está en íntima relación con la piel. Y que, al correr los años, quienes hacen las cosas bien no tengan que asociar un costo adicional a su producción por conseguir un sello que le dice al consumidor que simplemente produce éticamente.
Existe otro término, recientemente incorporado en el vocabulario cosmético: clean beauty. Este hace referencia a productos de belleza libres de sustancias tóxicas en sus ingredientes (parabenos, ftalatos, petrolatos, etc). Dado que el término ‘limpio’ puede significar cosas diferentes para cada persona, algunos fabricantes utilizan el concepto como una estrategia de marketing, donde pueden inducir al consumidor a error, con promesas o presunciones de natural o ecológico. Ahora que sabemos lo que estos apellidos significan en cosmética, miremos dos veces la etiqueta y también preguntemos incisivamente al productor sobre todos sus procesos.
Para un consumo responsable de cosmética natural es indispensable informarse. Tu compra es un voto, y tú decides si votas por un mundo mejor con libertad cultural, igualdad jurídica-legal y fraternidad económica.