Ruda Holística es una marca relativamente nueva de productos de cosmética natural hechos en Chile y una página de belleza natural sustentable. Detrás de este proyecto autogestionado está Agusta Ordovas, estudiante de cuarto año de periodismo, quien creó Ruda hace apenas un año, tras asistir a varios talleres de belleza natural.
La propuesta de Ruda Holística, además de utilizar solamente productos naturales –preferiblemente locales–, es ser basura cero a lo largo de su cadena productiva. Para lograrlo, Agusta dedica tiempo a comprar personalmente a granel los ingredientes para luego hacer sus productos. Hoy, tiene a la venta desde cremas reparadoras, exfoliantes, champú y jabón, hasta óleos macerados, todos a partir de ingredientes naturales principalmente chilenos. Imparte también talleres de cosmética natural para que las personas empiecen a preparar sus propios productos sin generar desechos, y comparte recetas y consejos sobre el autocuidado.
Una de las características que hacen especial a este proyecto es que todos sus productos están envasados en vidrio y se ofrece la posibilidad de devolver los envases.
Conversamos con Agusta sobre la historia de @ruda_holistica, los desafíos de vivir sin residuos, los principales mitos de la cosmética natural y el proceso de gestionar su propio emprendimiento en el ámbito de la belleza.
¿Cómo partió Ruda Holística? ¿Siempre te interesó la cosmética natural?
Ruda Holística partió hace un año, como parte un proceso personal que estaba viviendo en ese momento. Había pasado por un momento difícil emocionalmente y me hice una terapia que me hizo florecer. Comencé un camino de trabajo personal, a asistir a talleres, y ahí fue cuando llegué al mundo de la cosmética natural. Si bien en mi familia se ha cultivado mucho el amor por la salud integral y el medioambiente, nunca me había interesado tanto el tema como en ese minuto. Fue ahí cuando decidí sumarme al estilo de vida slow y comenzar a autogestionarme. Para algunos el punto de partida es la cocina, pero para mí fue la cosmética natural y la vida lenta.
Con este proyecto, he logrado combinar la cosmética con comunicar un mensaje que a mí me cambió la vida: detente, cuídate y vuelve a conectar contigo. Nunca fui buena para maquillarme o tener una rutina de cuidado; es más, tuve un acné muy agresivo que me hizo tenerle un poco de trauma a las cremas, ya que siempre me prometieron muchas cosas y nunca pasaba nada. Siento que la cosmética natural, en cambio, me ha llevado más al amor propio y la aceptación que a borrarme las cicatrices.
¿Cómo fuiste cultivando este interés por hacer productos de belleza natural?
Primero, yendo a talleres y leyendo mucho. Aún no soy experta en nada, pero siempre tengo un buen dato que recomendar cuando me piden cosas específicas. Creo que lo mejor ha sido experimentar conmigo misma y mis cercanos. Con Ruda, fui resolviendo muchos temas pendientes sobre amor propio y autoestima. De forma natural y con tiempo, usando productos que me permitieran volver a tocarme y teniendo una especie de rituales, me fui encontrando con ese lado más superficial y abandonado que tenemos.
Se malentiende a veces la idea de que cuidarse es volverse vanidoso; hay que cuidarnos para nosotras y dejar de pensar en los demás. Hay personas superficiales y otras que se quedan mucho adentro y terminan siendo densas. Yo era así, densa y nerviosa, por lo que mi trabajo emocional y «holístico» cambió automáticamente el estado de mi piel, cuerpo y mi imagen personal en sí. Igual siempre es difícil compartir este mensaje, porque las personas quieren resolver sus problemas al tiro. No tienen tiempo para buscar algún origen o razón de ser de cierta enfermedad o síntoma.
Para mí, ahora la belleza natural depende 100% del interior. Al final las personas más atractivas son aquellas que tienen algo que nunca sabemos qué es. No es el pelo, la nariz, ni su piel; es esa luz que los hace sobresalir. Yo me doy cuenta de eso, conozco mucha gente bella en este sentido.
¿Cómo seleccionas los ingredientes que finalmente componen cada uno de los productos?
Con Ruda quise hacer la diferencia con el tema de la sustentabilidad, y elegí ser basura cero. Como ingredientes, decidí usar solo lo que podía comprar a granel. Entonces me vi limitada a comprar en tiendas que aceptaban ese sistema, comprando hierbas de origen chileno y a granel. Yo aspiro a poder usar productos locales en lo posible. Si bien ahora uso coco y karité, por ejemplo, lo hago en pocas cantidades, y cada vez estoy buscando la forma de reemplazarlos o usarlos lo menos posible. Pero pienso que si hemos comido aceite de oliva toda la vida, por ejemplo, está en nuestros genes. Y podemos aprovechar esos recursos para nuestra piel.
Trabajo para tres tipos de pieles principalmente: maduras, sensibles con tendencia al acné, o normales. Ahí selecciono los aceites y hierbas determinadas. Cuando me piden cosas por problemas específicos les digo siempre que se vayan a revisar, porque todo lo de la piel parte desde adentro. Por mucho que nos pongamos cremas, si tenemos deficiencias, desórdenes o mala absorción, jamás vamos a tener una buena salud exterior.
¿Cuáles son algunos de los principales mitos de la cosmética natural? ¿Qué tipo de cuidados requiere el trabajo con las plantas y el manejo de materias primas naturales?
Creo que el principal mito es que la belleza natural es solo para mujeres. Me ha costado mucho llegar a los hombres, pero siempre le digo a mis amigos: ‘¿y tú no usas champú?’. El mundo de la cosmética está muy relacionado a lo femenino, ese es como el primer gran mito. Siento que hay un bloqueo con el cariño personal en ese sentido. Igual agradezco tener algunos clientes fieles que son hombres y se compran sus cremitas.
Pero por sobre todo, creo que hay mucha desinformación y manoseo de términos, como el ser ‘sustentable’. Una amiga me dijo una vez: ‘no porque algo sea natural tiene que ser sustentable’. Y es ahí donde se caen principalmente las marcas de este rubro. Sinceramente, no sirve de nada decir que nuestra crema es biodegradable si viene en un envase de plástico que pocos van a reutilizar. O aceites en botellas de plástico, cuando se sabe que el aceite se oxida y tiene que venderse en botellas de vidrio que sean de color ámbar.
Poco se conoce de cómo se hacen los productos, de cuánta agua se mal usa, de con qué se limpian las máquinas o instrumentos. La cosmética natural y todos sus insumos generalmente se encuentran envasados en plástico. Es terrible ir a las tiendas y ver cómo todo viene en una botella de plástico, una bolsa de plástico y puro plástico. Por eso decidí intentar comprar a granel y generar pocos desechos. No es nada fácil, pero al menos tiene más sentido con lo que vendo.
Una parte importante de tu trabajo es el reconocimiento de una sabiduría ancestral que proviene de una conexión con nuestro cuerpo. ¿De qué forma la medicina y la cosmética natural pueden aportar en ese camino?
Creo que el gran origen de los problemas y desigualdades sociales de hoy es habernos desconectado de nuestro cuerpo y de nuestras comunidades. La cosmética natural es una invitación para volver a darnos cuenta de que el cuerpo es lo más sagrado que tenemos, sin ser vanidosos, claro. Al final es una invitación a la aceptación total de quiénes somos y de cómo nos ven los demás. Lo más importante es entender que la luz y la belleza de uno es lo que se encuentra dentro de nosotros. Si no nos trabajamos emocionalmente, no nos preocupamos de nuestra alimentación, salud mental y demás, es imposible vernos bien y sentirnos bien con nosotros mismos. Por eso la terapia es clave, un buen doctor y hábitos de meditación, deporte, lectura.
La medicina natural, al igual que la cosmética, van a otro ritmo, todo es más lento. Pero siento que la vida de repente cambió de ritmo y se aceleró, y ahora al menos tenemos estos regalos que nos permiten bajar un par de marchas. A mí, escapar de esa ansiedad de andar corriendo me hizo muy bien, pero lo que más me ha servido es preguntarme el porqué de cada cosa que me dice mi cuerpo. Si tengo algún malestar, algún síntoma, o si me enfermo, siempre me trato con una doctora antroposófica (vemos juntas los lados químico y emocional), alguna lectura, quizás voy a la terapeuta, lo converso con otras personas y me pregunto a mí misma: ‘¿qué necesito, qué me hizo mal? Por ejemplo, para mi acné, no hubo tratamiento que me lo curara hasta que tuve la suerte, después de mucho buscar, de ir a un doctor que vio más allá de mis granos; mi personalidad, mi tipo de piel. Al final era un problema de vitaminas.
A veces es agotador hacer todas estas cosas, pero me doy cuenta de cuánto aportan en el manejo emocional y en adquirir herramientas, es impresionante.
¿Cómo ha sido el camino de intentar ser basura cero en tu vida y en tu emprendimiento?
Ha sido difícil. Comencé con la cosmética, cambiando todo lo de mi baño. Hace más de un año que me hago mi champú, desodorante, cremas y jabones. Luego, ser mujer nos hace tener una responsabilidad tremenda con el tema de las toallitas higiénicas, yo también tuve que cambiarme a la copita y las toallas de tela. Pero lo más difícil de ser basura cero ha sido llevarlo a cabo para Ruda. Se me va mucho tiempo en eso, sobre todo de mi vida social o tiempo de ocio.
Pero, a su vez, es lo que ha logrado distinguirme del resto y he tenido la suerte de encontrar un lugar donde me aceptan todas mis mañas. Compro en De Castañas y Amores. Cada ida me toma tres horas, pasando productos de la bodega a frascos, o volviendo a llenar las bolsitas reutilizables. Al final es demasiado satisfactorio hacer productos y no botar prácticamente nada al basurero. Digo prácticamente nada porque a veces tiro un par de papeles de toalla nova, pero incluso las bolsas craft las mando al compostaje, y las hierbas también.
Además de productos haces talleres. ¿Qué se viene para Ruda Holística? ¿Cómo te gustaría que siguiera desarrollándose?
Quiero que Ruda sea un lugar de verdad holístico, donde las personas puedan volver a conectar con ellas mismas. Hasta que no termine la universidad solo venderé productos y haré talleres. Pero también estoy estudiando yoga y la terapia que a mí tanto me ayudó, entonces más adelante buscaré fusionar todo eso. También quiero especializarme más en cosmética y poder enseñar a hacer cosas y que se ponga de moda la autogestión.
Al final quiero que sea un lugar de información de bienestar, llenarlo de entrevistas, de datos, recetas, y que las personas cada vez más se conecten con su belleza interior. Quiero que eventualmente sea un medio para cambiar la consciencia y generar un ambiente más amigable con nuestro entorno. En especial el medioambiente, porque sinceramente se nos fue de las manos. Ahora hay que ser muy coherentes, actuar muy responsablemente y asumir las consecuencias. Nos vamos a tener que adaptar nuevamente y lo que más va a sufrir es nuestro cuerpecito. Nunca debemos perder la conexión también con eso, porque la clave del equilibrio exterior parte dentro de nosotros mismos.