Luego de estudiar moda en Caracas, Yenny Bastida lanzó su marca homónima el 2003 y desde entonces, ha desarrollado su trabajo de la mano de un equipo de costureras y artesanos, con quienes busca recuperar parte de la tradición textil de Venezuela.

El resultado salta a la vista. Prendas con historia, en las que en cada etapa de su confección no sólo refleja conocimientos técnicos y artesanales, sino también, el cariño y la alegría de vivir de quienes participan en este proceso.

“La marca genera bienestar no sólo al equipo, sino también a quienes la siguen, porque disfrutan de ver la forma humana y consciente con la que creamos y trabajamos. Nuestras piezas trascienden. No sólo son prendas de ropa, también son piezas culturales”, declara Bastida.

Si bien, su marca de moda no surgió como un proyecto social, la realidad de Venezuela hizo que lentamente fuera tomando dicho rumbo. El primer paso fue instalar su taller en una antigua casa familiar situada en el Estado de Yaracuy, del que Bastida es originaria. “Mi intención siempre ha sido generar este proyecto desde acá porque me siento como en casa. Hemos estado juntas durante muchísimos años. Son mujeres que han sido madres, y para mí era más sencillo desarrollar ideas para que todo funcione estando en un solo sitio”, explica.

Con el paso del tiempo, su taller se ha transformado en un espacio seguro, en el que problemas externos como la falta de gas, de agua, de alimentos, entre otros, se enfrentan de manera colectiva. Asimismo, se instaló un lugar de guardería-sala de estudio, para que los hijos de sus colaboradoras puedan ser cuidados una vez que termina la jornada escolar. “Estamos compensando las fallas, con una burbuja creada para que todo se pueda dar aquí. Eso nos ha permitido mantener el trabajo en el tiempo”, comenta la diseñadora venezolana.

Por otro lado, la falta de insumos o el alto valor de los mismos, hizo que Yenny Bastida se volcara hacia el trabajo artesanal. Para ello, optó por investigar las técnicas textiles de su país y contactar a los y las artesanos/as que aún están en posesión de dichos conocimientos. Aquello le ha permitido crear sus propios insumos y revalorizar tradiciones textiles que se estaban perdiendo por la falta de demanda. 

Gracias a ello y sin proponérselo, su marca tomó el camino de la sostenibilidad. Técnicas como el crochet, el trabajo en telar, el macramé, entre otras, han sido la base de sus últimas colecciones.

“Hacemos sustentable y sostenible, un proyecto que puede parecer banal, pero que no lo es. Porque nosotros trabajamos desde la consciencia de crear piezas bellas y originales, tomando en cuenta temas culturales e involucrando talentos externos a nuestro equipo. Para nosotras, esto ha sido toda una vida de transformación”, señala.

A la producción 100% local, Yenny Bastida ha sumado el sistema de confección “made to order” con el que ha logrado racionalizar los procesos, evitando así la sobreproducción y el desperdicio de material. Este sistema le permite, además, ofrecer un servicio personalizado a sus clientas, en el que WhatsApp es la herramienta de comunicación más directa e Instagram, su principal vitrina.

A pocas semanas de lanzar su nueva colección “Vaivén”, inspirada en los soles tejidos de Maracaibo (una técnica similar a los encajes venecianos), Yenny Bastida continúa con su trabajo de investigación de técnicas textiles artesanales y creando prendas para “la mujer latinoamericana, diversa, curvilínea y multicolor”.

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