Cada vez se torna más importante el tomar conciencia de entregarnos una pausa en nuestro día a día, para conectar con el aquí y el ahora. Para poder disfrutar de lo verdaderamente esencial. Pero, en muchas ocasiones, resulta complejo identificar: primero, qué es esencial en mi vida; y segundo, darnos el tiempo para tomar consciencia de ello.

Y aún más, esto es todo un desafío por el sistema patriarcal y la cultura de la inmediatez en la que habitamos y, en el caso de las mujeres, se evidencia aún más. Entonces, ¿cómo pausar y retornar a un ritmo de vida con mayor conciencia? 

Sin duda alguna, la meditación es una de las herramientas para lograr conectar y disfrutar con el momento presente. En palabras sencillas, meditar es entrenar la mente, utilizando un estímulo en particular, para que ésta no se deje distraer por pensamientos, emociones o cualquier incomodidad física. Muchas veces esto es referido como “poner la mente en blanco”, pero en realidad es simplemente no identificarse con los pensamientos.

Tal como dice Yolanda Ramos en conversación con el escritor Pablo D’ors “hemos aprendido que meditar no es dejar la mente en blanco y que lo que alimenta el alma es la simplicidad”. A lo cual D’Ors añade que “debemos entender el poder sanador del silencio”.

La práctica de la meditación está asociada a distintos beneficios, destacando el reducir los estados de ansiedad, pues nos mantiene centradas en el ahora, impidiendo vivir en el pasado o preocupadas por el futuro. Además, nos relaja de manera profunda, liberando tensiones y disminuyendo los niveles de estrés.

Meditar no sólo es bueno para nuestra mente y espíritu, también tiene un efecto positivo en nuestro cuerpo físico, sobre todo en el sistema cardiovascular, ya que disminuye la contracción de los vasos sanguíneos, reduciendo la presión arterial y mejorando la circulación sanguínea, bajando los niveles de colesterol en la sangre. ¡Increíble!, ¿verdad?

Si has llegado hasta aquí, de seguro eres de las personas que anhela con todo el corazón meditar pero no sabe cómo empezar, acá te comparto cinco ideas.

1. Conecta con tu respiración

Un ejercicio muy sencillo es imaginar que vas construyendo un cuadrado con tu respiración. A medida que subes vas inhalando y luego siguiendo la forma horizontal del cuadrado vas exhalando, bajas inhalando y terminas con una profunda exhalación. Repite este ejercicio cinco veces.

También el ejercicio de respiración relajante 4-7-8, que puedes aprender y poner en práctica con este video. 

2. Siente tu cuerpo físico

Preguntaté ¿ mi cuerpo está en expansión o contracción? ¿cómo se siente? ¿ligero o cargado? ¿puedes identificarlo?

3. Regresa a tus cinco sentidos

¿Qué ves a tu alrededor? ¿Con qué aromas te estás conectando? ¿Qué estás escuchando? ¿cómo se está expresando tu entorno? 

4. Respeta y honra el espacio de “dejar de hacer”, que es muy distinto a “no hacer nada”.

Muchas veces las respuestas, soluciones e ideas, se crean en esos espacios, donde permites que el flujo de tu creatividad fluya de manera natural.

5. Reconecta con la naturaleza

Conecta con los aromas del ambiente, toca ese tronco del árbol que aparece en tu camino y siente lo que va sucediendo dentro de ti. Puedes recolectar cosas de la naturaleza que te inspiren, ya sea una piedrita, rama, hojas secas… ¡y usarlas para hacer un pequeño altar a la naturaleza en tu propio hogar!

Te recuerdo que conectar con la naturaleza tiene óptimos beneficios para la salud, tanto para niños y niñas como para los adultos.

¿CÓMO MEDITAR CON LOS MÁS PEQUEÑOS?

Lo maravilloso de la meditación es que la puedes practicar en cualquier momento, y junto a cualquier persona, de cualquier edad que esté abierta a vivirla. A continuación, te comparto estos consejos para que puedas incentivar a los más pequeños a realizar esta práctica.

Jugar: Permite que fluya el movimiento, y una buena idea sería pedirles que salten durante un minuto y luego pedirles que se sienten con los ojos cerrados y las manitos en su corazón para que puedan sentir su respiración. Preguntales qué han sentido con este ejercicio.

Paseos conscientes: Puedes estar durante un minuto en silencio y fijar la atención en todos los sonidos que se pueden oír (pajaritos, animales, el viento, el río), también puedes invitarlos a que huelan atentamente, pídeles que tomen una respiración profunda y que identifiquen los aromas del lugar.

Respiración de la abeja: Este ejercicio entrega calma, y ayuda a los niños y niñas a centrarse en su respiración. Consiste en taparse las orejas con los dedos índice, cerrar los ojos e imitar el sonido de las abejas “MMMMMM” (cuando inhalan hasta cuando exhalen).

Agradecer: La gratitud permite y ayuda a ser agradecidos y poner toda la atención en lo que ya se tiene, en vez de centrarse en lo que sólo se desea. Te invito a crear un ritual de agradecimiento donde les pidas a los y las niñas a que se concentren en algo que valoren y quieran muchísimo, y preguntarles porque están agradecidos de tenerlo en su presente.

Comer Consciente: El mindful eating (o alimentación consciente) viene del mindfulness, y consiste en la conciencia alimentaria basada en la atención plena. Este ejercicio de mindfulness funciona muy bien para los más pequeños, ya que les permite comer lentamente, atentos a los estímulos sensoriales y contribuye a desarrollar una relación más placentera con los alimentos.

¿Cómo hacerlo? Fácil. Comienza por aplicar este ejercicio pidiéndoles que describan lo que están comiendo, pregúntales de qué color es el alimento, a que sabe, etc.Te recomiendo comenzar este ejercicio con frutas de aromas más intensos, coloridos y que tengan diferentes texturas o bien con un alimento que disfruten muchísimo.

La meditación es una poderosa herramienta que puedes aplicar en cualquier espacio que estés habitando. ¡Te invito a incluirla, y comenzar a disfrutar de sus beneficios! Quizás te lleve un poco de tiempo, pero ten paciencia y perseverancia.

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