Esta Fashion Revolution 2024 llega con buenas noticias. Estamos en la recta final para la conformación y creación de la Fundación Fashion Revolution Chile es un anhelo que hemos perseguido como equipo durante años. Este esfuerzo no solo responde a un significado a nivel legal y de financiamiento, sino que también representa la cristalización de un trabajo colaborativo. Durante más de 8 años, hemos forjado el logro de este objetivo, gracias a la contribución de todas las personas que han aportado para su realización.
El desastre ocurrido en el año 2013 en Rana Plaza, Bangladesh, donde más de 1100 trabajadores de la industria textil y de la moda fallecieron, dio vida a la mayor lucha de acción y transformación en el sector moda.
Desde ese hecho, han pasado muchas cosas. Pero una sigue muy viva y clara: la industria de la moda y cada eslabón que la conforma debe cambiar. Su impacto social y ambiental es demasiado alto como para que continúe operando de la manera actual. Y esa transformación es una responsabilidad que todas y todos debemos asumir.
Usar el poder de la moda para cambiar el mundo
La transformación de una industria tan compleja como ésta requiere de un cambio sistémico, de modelo de negocio y cultural. Esto, muchas veces, puede ser abrumador y nos agobia al punto de paralizarnos.
Por ello, necesitamos aferrarnos a la motivación que nos genera el trabajo de cinco mujeres chilenas que, a pesar de verse muchas veces abrumadas por estos mismos sentimientos, han sobresalido, y continuado el trabajo firme hacia una industria textil y de la moda socio-ambientalmente más responsable y justa.
Esta Semana de la Revolución de la Moda te invitamos como equipo FR Chile a inspírate con cada una de ellas. A compartirnos tus acciones, a ser parte de nuestra campaña territorial “Historias de Costureras y Costureros en 100 palabras” y, como cada año, a preguntar a las marcas #QuiénHIzoMiRopa, #QuéHayEnMiRopa y #DóndeTérminaMiRopa
Esther Valdés de Díaz
Dirigente sindical, costurera y periodista laboral. Esther escribía columnas en el periódico La Alborada, una recordada publicación de la tipógrafa Carmen Jeria, donde motivaba a sus compañeras a participar en la organización política de las trabajadoras textiles en Valparaíso y Santiago.
El 20 de julio de 1906, un grupo de 120 costureras fundó la Asociación de Costureras lideradas por Valdés de Díaz, quien abogaba por una legislación social que protegiera los derechos y las condiciones laborales de las mujeres obreras.
En mayo de 1908, Esther fundó la revista La Palanca, órgano oficial de la Asociación de Costureras, que se definía como una “publicación feminista de propaganda emancipadora”. Los folletos publicados en esta revista tuvieron un gran impacto, ya que no solo trataban temas de explotación laboral, sino que también abordaban otras formas de violencia contra las mujeres obreras, como la negación de información sobre el control de natalidad y los abusos sexuales en y fuera de sus lugares de trabajo. La Palanca se publicó solo cinco veces, entre mayo y septiembre de ese año.
Descripción: La Palanca se publicó en 1908, y fue el órgano de difusión de la Asociación de Costureras de Santiago y su dirección estuvo a cargo de Esther Valdés de Díaz.
Con Esther Valdés de Díaz a la cabeza, la Asociación de costureras logra grandes hitos dentro de la historia de los derechos de los trabajadores en Chile y funda los cimientos de los movimientos, su organización y lucha política, de las décadas posteriores. Luego de 1909 se pierden registros de la periodista y costurera que les mostró a las obreras chilenas que, a pesar de las fuerzas que las oprimen y someten, ellas son dueñas de su propio devenir.
Elena Caffarena
Abogada y jurista de la Universidad de Chile, Elena fue hija de una familia de origen italiano, propietaria de un pequeño taller textil donde se fabricaban medias y calcetines. Desde niña, creció rodeada de obreras, lo cual la llevó a desarrollar una especial sensibilidad hacia la explotación social y la injusticia.
En 1924, Elena publicó el artículo titulado “El trabajo a domicilio” en el Boletín de la Oficina de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Previsión Social. En el texto, describe el empleo a domicilio como un sistema de doble explotación para las mujeres, quienes deben cumplir con las labores de crianza y del hogar, además de trabajar en labores de costura con remuneraciones ínfimas, en condiciones higiénicas deficientes y durante largas y agotadoras jornadas. Según la información recabada por Caffarena de las mismas costureras, sus sueldos no alcanzaban para mantener a sus familias, siendo ellas las principales proveedoras de los hogares.
La vida de Elena Caffarena es la de una luchadora incesante por los derechos de las mujeres y de la clase trabajadora. Una lucha que sigue vigente, ya que actualmente las trabajadoras textiles en todo el mundo aún luchan por sus derechos básicos, que van más allá de sus condiciones y remuneraciones; las mujeres de la industria textil luchan por su dignidad como mujeres y trabajadoras.
María Inés Solimano
En 1954, Inés vive en Coquimbo junto a su marido. Cansada de trabajar como profesora, compra 50 kilos de lana y decide buscar mujeres que quieran tejer. Regresa a Santiago con las piezas tejidas por ella misma y las vende todas. La diseñadora autodidacta ha trabajado con las mismas tejedoras por más de 47 años. Esta relación simbiótica se ha fortalecido con el tiempo; ella enseña a las artesanas a elegir los materiales, a diseñar y a vender, mientras que ellas le muestran cómo trabajar los materiales —deshilachar, teñir, bordar y tejer puntos— que Inés desconocía.
Solimano comenta que el golpe militar en Chile transformó drásticamente la forma de vestir de las chilenas: “Pasamos de prendas más hippies, tejidas, teñidas y pintadas a mano, a un vestuario mucho más estructurado, más militar”. El cambio violento en el modelo económico no solo transformó la manera de vestir, sino también la valoración que se le da a la ropa y cómo esta se ha convertido en artículos importados, de mala calidad y desechables. Para Inés, un país que no da espacio a la creatividad y la creación es un país que no crece ni se desarrolla.
En 1973, la diseñadora abre el Bazar de arte y artesanías Point en la avenida Providencia. Ahí continúa trabajando, elaborando piezas finas de vestuario que mezclan diversas telas, como lanas, linos y sedas, todas tejidas a mano. A pesar del declive y olvido de la industria textil en Chile, a sus 93 años, Inés aún trabaja en su taller de Bellavista, siguiendo los mismos principios con los que comenzó: elaborar prendas a mano, resaltar el trabajo de las artesanas chilenas y ofrecer a su clientela piezas únicas que perduran en el tiempo.
Patricia Coñomán
Dirigenta sindical de la Contextil (Confederación Textil de Chile) por más de 20 años, Patricia Coñomán consolidó su experiencia tras estudiar en la Escuela de Sastres de Chile a finales de los años 60. Aprendió rápidamente a manejar las máquinas industriales, lo que le permitió conseguir trabajo en diversas empresas del sector.
Desde 1992, Coñomán equilibró su tiempo entre su labor en las fábricas y su actividad sindical, abogando por los derechos de las trabajadoras textiles. Con el declive de la industria textil nacional a partir de los años 90, comenzaron los despidos masivos en las fábricas textiles y de confección, obligando a las costureras a trabajar desde sus hogares.
Esta nueva realidad laboral de las trabajadoras textiles se caracterizó por su invisibilización y precarización. De ser obreras calificadas y orgullosas, pasaron a un sistema donde parecía no haber espacio para la validación o reconocimiento. Por su cuenta, debían adquirir la maquinaria necesaria, buscar empleo como subcontratistas o confeccionar productos para vender en ferias locales, todo esto sin ningún tipo de previsión social.
Patricia se dio cuenta rápidamente de que, para sobrevivir y mejorar su calidad de vida, las mujeres debían organizarse. Comenzó entonces una serie de recorridos y viajes por Santiago y otras regiones del país, capacitando a las mujeres en negociación colectiva, establecimiento de tarifas mínimas por pedidos de prendas, oratoria y comunicación con la prensa. Hoy, la labor social de Coñomán continúa, y ella busca nuevos horizontes postulándose como concejala de la comuna de El Bosque, donde ha residido durante décadas.
Rocío Peters
Rocío Peters, originaria de Coyhaique y radicada en Valparaíso desde hace más de 20 años, encuentra en el textil una profunda conexión con su abuela materna. A través del tejido y la costura, y las maravillosas piezas que su abuela realizaba, Rocío se conecta con recuerdos de cariño, conexión y cuidado, viendo en lo textil un refugio de confort.
Tras completar su licenciatura en artes, Peters adoptó el textil como herramienta de expresión para desarrollar un discurso crítico, político y reflexivo. En 2024, ante el gran incendio en Valparaíso y la acumulación de ropa donada, Rocío y sus compañeras combinaron sus conocimientos para abordar la reutilización y reducción de desechos textiles. Este enfoque se convirtió en la piedra angular de su propuesta artístico-educativa, la cual busca motivar a individuos y comunidades a hallar soluciones creativas y fomentar el diálogo a través del intercambio de saberes sobre problemáticas sociales, culturales y medioambientales.
El proyecto de Rocío en Huila se basa en la premisa de que la creatividad es esencial para el desarrollo humano, y la reutilización textil surge como una estrategia para fortalecer lazos comunitarios. Formar parte de la red de recuperadores textiles de la V región es una extensión de esta reflexión, trabajando unidas para inspirar y motivar a la comunidad hacia soluciones creativas en pro del bien común, promoviendo la colaboración en lugar de la competencia.
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