Chile tiene una gran variedad de climas de norte a sur, cada paisaje del país evoca una experiencia diferente para conectar nuestros sentidos. Una de las formas de llevar con nosotros un pedacito de ese recorrido es a través del aroma. Es por esto que distintas marcas han aprovechado la flora nativa de Chile para crear instrumentos de viaje a través del olfato.
Nümün, Bruma y Umo son tres proyectos innovadores que partieron con la convicción de que hay que volver a conectarse con la naturaleza nativa chilena ocupando materias primas vivas en sus productos. Los tres han creado productos 100% naturales mediante procesos que respetan el ciclo natural de la flora nativa. Al conocer los orígenes de sus componentes crean un puente de confianza en qué es verdaderamente lo que estamos ocupando para perfumar nuestros cuerpos y nuestros espacios.
Nümün, Fragancias nativas
El nombre proviene del mapudungún: nümün significa oler. La elección de este nombre fue un homenaje la cercana relación que tiene el pueblo mapuche con la tierra que habita y las plantas que lo rodean. El propósito Nümün es “reconectar a los chilenos con su patrimonio aromático y natural, pero también darlo a conocer al resto del mundo”. Esta marca está certificada por la ONG Te Protejo.
En Nümün los aromas no tienen género, por lo que cada producto es unisex. Y cada esencia tiene sus características: las fragancias están inspiradas en distintos paisajes de Chile, como Palo de pimienta (Desierto), Tepa (Bosque cercano a la playa), Kultrún (Bosque del Sur y Patagonia) y Drymis (Sensualidad). En cuanto al formato, tienen perfumes, spray ambiental, sales de baño y ambientadores de espacios.
El proceso de elaboración se basa en abastecerse de materias primas de calidad, y para eso los proveedores de aceites esenciales son la primera parte de la cadena. Luego formulan los perfumes en su taller, mezclando los distintos aceites esenciales hasta lograr la estructura deseada. Los dejan macerar y los llevan a un laboratorio que se encarga de agregar el alcohol de cereal y dejar macerando por mínimo un mes. Luego la mezcla se envasa y está lista para distribuirse.
“Hemos ido generando una red de pequeños proveedores en localidades rurales que, luego de recolectar hojas o frutos de distintas plantas nativas que crecen en su entorno, respetando sus procesos naturales y cuidando de no sobreexplotar ningún espécimen, destilan por arrastre de vapor con alambique”, cuentan Natalia Kapstein y Pilar Silva. “De este proceso resulta el aceite esencial de cada planta, que es un líquido que tiene todas las propiedades y el aroma concentrado en un pequeño volumen. Se requiere una gran cantidad de material vegetal para lograr unos pocos mililitros de este preciado líquido. Luego, esto se utiliza en nuestros distintos productos. Esta es una industria pequeña e incipiente, a la cual queremos ayudar a crecer y profesionalizarse con cada vez mayores estándares de trazabilidad y sustentabilidad”.
Bruma Nativa
Este pequeño taller acaba de cumplir un año, es creación de dos hermanas ingenieras forestales que se cansaron de usar aromas sintéticos, y empezaron a buscar más opciones hasta que llegaron a los perfumes sólidos. Este formato es cómodo de llevar, y como los perfumes naturales y botánicos no duran mucho en la piel, puede aplicarse más seguido. Su estado sólido se debe a las ceras y aceites que se solidifican a temperatura ambiente.
“La naturaleza debiera ser la base de la cosmética, pero tenemos mucho que aprender y educarnos: desde qué ingredientes están en lo que estamos comprando, los entendemos o no, cuán arraigado está el producto a lo natural. Tenemos que educarnos para saber elegir los productos que estén más cercanos a lo natural”, dice Antonia Barreau, una de las dueñas de Bruma. “También hay que tener ojo con la sostenibilidad de cada producto, para no forzar la naturaleza. Respetar el ciclo natural y la carga al ecosistema. La base de una buena cosmética es lo natural, cambiar el paradigma”.
Los productos que ofrece Bruma son cuatro fragancias inspiradas en las experiencias que uno tiene en nuestro país: Hojarasca (bosque mediterráneo), Canelo en flor (primavera), Entre cipreses (aromas chilotes) y Alegre de meli (sol en una tarde de verano). Están trabajando en un perfume del desierto, con la proyección de expandirse hacia al norte del país.
“A veces es invisible todo el esfuerzo que tiene este trabajo. Puede ser que tengamos pocos productos, pero están hechos con mucha preocupación, cada lugar del proceso es valorado, y eso es lo que vendemos. Hay algo detrás, no queremos explotar ni a las personas ni al medioambiente”, cuenta. El proceso de elaboración de Bruma es a baja escala, porque respetan mucho que la recolección sea sostenible. Ellas hacen la destilación de los aceites nativos, y cuando les falta los compran a pequeños productores de aceites esenciales del sur. Luego estos se juntan con los aceites esenciales de los aromas que los acompañan, ya que, como dice Antonia, “el perfume es una orquesta de nueve o diez aromas esenciales distintos”. A partir ahí, componen un perfume con base en un paisaje. “El tiempo de este proceso es muy variable, pero cuando uno ya lo tiene definido hacemos la mezcla de los aceites y se lleva a donde se maquila, a un laboratorio en Temuco”, cuenta. “Nuestros perfumes son certificados por el Instituto de Salud Pública; tiene que maquilarlos y certificarlos un laboratorio, y nosotros trabajamos con uno de cosmética natural. Este mezcla nuestra fórmula base con el perfume mismo, que son los aceites esenciales”. En cuanto a la fabricación de los envases, trabajan con artesanos que los hacen de madera de raulí. Este proceso también demora porque lo hacen uno a uno, y el resultado es que cada envase es una artesanía de por sí.
Umo Recolector
Umo centra sus productos en el árbol canelo, ya que para ellos es un árbol maestro. “Nos permite acceder al conocimiento y a una información sutil que facilita el modo de vivir de una manera más armónica y de acuerdo con las leyes de la naturaleza”, cuentan Máximo Troncoso y Tomas Schiappacasse, sus dueños. Umo cuenta con una línea de productos del bosque con base en el canelo mezclado con otras hierbas aromáticas y aceites esenciales. Sus productos son varitas aromáticas, aceites esenciales y los accesorios para disfrutar de estos productos. Tienen cuatro aromas: Corteza de canelo, Canelo–lavanda, Canelo–romero y Canelo–cedro. “Si el bosque es infinito en aromas, por ahora estamos centrados en el canelo y queremos saber todo de él. Desde su importancia en la cosmovisión mapuche –es su árbol sagrado, el cual conecta el cielo con la tierra y siempre está presente en sus ceremonias–, hasta estudiar sus propiedades medicinales como antiséptico y antibacteriano. Aparte de entregarnos un aroma único y encantador”.
El enfoque de Umo está en mostrar la abundancia de los bosques australes chilenos sin destruirlos, respetándolos y aportando al desarrollo local. Invitan a conectar con los aromas del bosque, a tomar una pausa y respirar estos aromas que son propios de donde vivimos. El proceso de Umo se basa en “extraer el canelo en conjunto con las comunidades que lo habitan, realizando planes de manejo forestal con Conaf. Posteriormente llega el canelo a nuestro taller en donde lo molemos y destilamos, obtenemos aceite esencial y su corteza molida. Luego, por medio de prensas obtenemos las varitas que son secadas y empaquetadas para llegar a nuestros clientes”, cuenta.
Imagen destacada: cortesía de Bruma