Es común que en esta época veraniega personas compartan en redes sociales sus días de relajo en la playa, mientras muchas seguimos teniendo la pantalla del computador de paisaje. Si te sientes identificada y necesitas un break de esa rutina, sigue leyendo. Aquí te compartimos algunos consejos para no envidiar a todas esas personas.
Llevar una vida slow (o estar en vías de) no necesariamente nos libera de sentirnos abrumadas por la cotidianidad. Más aún cuando pareciera que experimentamos las vacaciones solo como espectadores. Y es que, aún si tenemos la fortuna de estar a gusto con el trabajo que realizamos y el techo que nos cobija, desconectar de la rutina es fundamental para nuestro bienestar.
Pero, ¿qué es desconectarse?. Comúnmente esta palabra es utilizada para referirse al anhelo de poder olvidarse de las ansiedades y preocupaciones, derivadas de las tareas y responsabilidades diarias. La Real Academia Española (RAE) la define como “interrumpir la conexión entre dos o más cosas”, mientras que el acto de conectar es “unir, enlazar, establecer relación, poner en comunicación”.
Siguiendo esa lógica, es posible desconectarnos del trabajo sin necesariamente estar en unas paradisíacas vacaciones. ¿Cómo lograr esto? He aquí el secreto: conectándonos con nuestra propia existencia.
Sí, concuerdo en que esta respuesta parece una contradicción o un consejo cliché, pero así lo afirman renombrados guías espirituales como Eckhart Tolle. Básicamente, si sientes que necesitas descansar o te agobia pensar que tus días off están lejos de llegar, crea ese espacio sagrado para ti en el “aquí y ahora”.
El siguiente ejercicio, muy típico del mindfulness, es un puntapié inicial para conectar con el presente por medio de los sentidos. Tan solo tienes que nombrar:
- 5 cosas que veas
- 4 que escuches
- 3 que sientas al tacto
- 2 que consigas oler
- 1 un sabor que logres percibir.
Listo, ya aterrizaste.
A medida que conectamos con nosotros mismos, conseguimos descubrir y reconocer lo qué necesitamos para disfrutar de una vida plena.
En lo personal, comprendí que sólo unos minutos contemplando el árbol que veo desde el departamento, son suficientes para sentir calma de forma inmediata. También que al ducharme con una buena playlist (recomiendo las playlist de Franca.) me animo automáticamente. Me cambian mi ánimo ¡y es como si me dieran un boost de energía! y eso me sirve demasiado estos días donde despertarme por las mañanas resulta muy difícil.
Otro cambio importante ha sido desayunar sin revisar el mail en el celular, ni menos con la pantalla del computador de fondo. Les prometo que ha sido una revelación. A causa del home office me costó bastante cambiar este hábito, pero me comprometí a disfrutar mi café caliente por las mañanas sin mayores distracciones.
En definitiva, pareciera que conectar con lo que nos hace bien es justamente lo que nos permite des-conectar del agobio que a ratos provoca la rutina. Si aún no reconoces esas pequeñas cosas que te hacen bien, es el momento ideal para que las descubras y consigas sentirte de vacaciones cada vez que lo requieras, sin importar el tiempo ni lugar.