La experiencia de vivir la cuarentena sola ha sido compleja. Llevo un año y seis meses viviendo sola, pero es totalmente distinto llevar tantas semanas sin salir (sumando la cuarentena voluntaria y obligatoria) que estar sola en casa por opción.
Este tiempo me ha permitido disfrutar pequeñas situaciones que en días comunes de trabajo no podría notar normalmente. Tomarme unos minutos en la mañana o en la tarde para tomar sol en mi terraza, poder cuidar mejor mis plantas, fijarme en cómo circula el sol por todo el departamento, o solo improvisar en la cocina y preparar lo que me guste al almuerzo. Aunque ahora puedo darme el tiempo de observar esos aspectos sutiles de mi día a día por estar trabajando remotamente, son momentos diarios que podría disfrutar aun fuera de una pandemia.
Extraño a ratos tener límites definidos con el tiempo de trabajo y poder decir ‘esto es todo por hoy’ más fácilmente, dejar atrás el computador y pasarlo bien disfrutando el tiempo libre y desconectada realmente. Pero ahora en los mismos metros cuadrados donde busco relajarme sigue estando ‘la oficina’. Y al estar sola las jornadas laborales tienden a alargarse. De todos modos, la flexibilidad del trabajo ha hecho llevadero este tiempo. Me permito tener horarios flexibles y recreos entremedio del día durante la semana laboral.
Sí he sentido la necesidad de contacto e interacción humana, ya sea para conversar un caso –soy abogada en derecho ambiental– o para echar la talla en la oficina y seguir con la vida social después de eso. Me hace falta estar con mi familia y amigxs como usualmente lo hago, armar panoramas y distraerme. Lo más difícil de estar sola en esta cuarentena ha sido justamente la casi nula interacción social. Pero viendo el lado positivo, me ha motivado a conocer más a mis vecinos.
Antes de la pandemia tenía pocos hábitos o rutinas. Ahora, los fines de semana tomo un largo desayuno en la terraza, leo revistas u hojeo un libro, para marcar una diferencia con los otros días y hacer que se sienta como fin de semana.
He tenido mucho tiempo para dedicarle al departamento, y me he inclinado a trabajar más en mi vermicompostera, dado que genero muchos residuos orgánicos compostables estando en casa. También he aprovechado la total disponibilidad para recibir productos en mi casa, y he ido conociendo nuevos emprendimientos locales sustentables, como la entrega de frutas y verduras sin empaques, productos de aseo a granel (@algramo); estoy preparando más comidas veganas, y continúo reciclando residuos. Por último, lo que quizás tiene más impacto es que he dejado de comprar por impulso.
Vivir la cuarentena acompañada podría ser mejor o peor, ¡todo depende de la compañía! Estando con alguien compartes esas emociones intensas que se dan en este periodo de angustia por la pandemia y también las pequeñas anécdotas. Podría simplemente comentar las cosas que van pasando día a día y que básicamente nunca voy a compartir por whatsapp por ser tonteras. Pero disfruto bastante estando sola, pudiendo hacer las cosas a mi propio ritmo. Este aislamiento me ha ayudado a conocerme mejor.