No sé porqué me resistí tanto a ver contenido en YouTube. Fue en plena pandemia/cuarentena, cuando llegué a diferentes canales de divulgación, desde explicaciones muy entretenidas sobre el soundtrack de Interestelar, pasando por recetas veganas con ingredientes reales y accesibles, hasta tips para decorar tu hogar siguiendo un estilo minimal.
No tengo reparos en declararme fan del minimalismo, de hecho, mi primera colaboración para Franca. Magazine fue sobre este tema. Es un estilo de vida que me hace muchísimo sentido; reducir las posesiones —más allá de lo material— para vivir más liviana y de forma lenta. Por eso, cuando llegué al canal de Daniel Titchener, me cautivaron sus videos en los que comparte datos para llevar un estilo minimalista wherever you are, pero lo que más me llamó la atención fue su reflexión sobre la «falsa promesa» de que ser minimalista es la solución para todos nuestros males.
Por ello, este artículo es una invitación a ir más allá de lo obvio y que nace de las reflexiones compartidas por este arquitecto, fotógrafo y youtuber, quien vive el minimalismo como estilo de vida “sin importar el lugar o espacio a disposición”, pero consciente de lo contraproducente que puede resultar etiquetarse con tendencias sujetas a expectativas de otros.
Una invitación a reflexionar sobre la «falsa promesa» de que ser minimalista es la solución para todos nuestros males.
LLEVAR UNA VIDA LENTA Y MINIMALISTA, NO ES SINÓNIMO DE “NO HACER NADA”
Honestamente, yo no había reflexionado en profundidad y de forma crítica sobre ese punto, pero me hizo mucho sentido, dado que pasa algo similar con el concepto de vida lenta. Muchas veces lo asumen como «algo hippie, o poco realista», cuando en realidad tiene muchas variables y complejidades desde donde podemos abordarla.
Existe mucha desinformación alrededor de estos conceptos. La vida lenta consiste en consumir menos y adoptar un enfoque más lento en la vida cotidiana. La vida lenta no es un privilegio, ni una opción solo para aquellos que pueden vivir en el campo o en lugares desconectados. De la misma forma el minimalismo.
En lo personal, intentar llevar una vida más minimal, me ha traído comentarios del tipo “podrías poner un cuadro en la pared para que no se vea tan vacía” o, si digo que no quiero comprar tal cosa, he escuchado de vuelta un “ya, pero no seas tacaña”. Si bien, esto es todo lo contrario de romantizar este estilo de vida, lo que plantea Titchener, no deja de ser cierto.
Creer que al desprenderse de aquellos objetos que no necesitas, significa que de forma mágica todos los demás aspectos de tu vida van a mejorar. Esto es tan errado como pensar que para vivir slow tienes que partir meditando a las 5am.
“Me resulta cada vez más problemático que el minimalismo se retrate como una solución a nuestra felicidad. Da la impresión de que asumir esta etiqueta de minimalista, te hará unirte a un grupo de gente pedante en busca de un nirvana en donde vives en una casa absoluta y completamente blanca, viste siempre de camisa y jeans negro. Esta etiqueta está lejos de ser absoluta y definitiva, y por eso me parece errada”, comenta Daniel en este video.
Lo que busca este estilo de vida no es vaciarte de todo, sino brindar espacio a aquello que realmente le da sentido a tu vida. Y eso es lo que postula este arquitecto: a que no creas que debes identificarte como minimalista o seguir un check list de cómo serlo, sino que nos invita a verlo como una herramienta o forma de pensar que realmente no necesita de una etiqueta.
¿Y tú, qué crees? Al menos para mí, vale la pena hacer esta reflexión.
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