La vestimenta no solo es un instrumento de expresión o proyección de la propia imagen humana, sino que también es un relato de un tiempo y/o momento determinado en la historia de la sociedad.
Tal como señala George Taylor, economista y profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Wharton, Filadelfia, la moda puede ser una especie de espejo de las riqueza, ya que los cambios en las tendencias y el consumo reflejan la dinámica económica de una sociedad, proporcionando información sobre el estado de la economía en general.
Hemline Index o Índice del Dobladillo
Taylor presentó un estudio en el año 1926 titulado “The Hemline Index”, en el cual el economista propone que los largos de las faldas se acortan en tiempos de prosperidad económica para alargarse en tiempos de crisis. Es decir, cuando se daba un clima reinante de prosperidad económica, las mujeres tenían la posibilidad de adquirir medias y acceder a un servicio de depilación, por lo tanto, podían usar faldas y vestidos más cortos. Por el contrario, las faldas más largas escondían la imposibilidad de no poder costear las medias.
Durante la época en la cual el profesor de la Escuela de Negocios dio a conocer su estudio, la moda estaba enfocada en las faldas cortas, extravagantes y maximalista, todas características propias de los llamados “Locos años 20”. Sin embargo, cuando se abrió paso la “Gran Depresión de 1929” las faldas sumaron varios centímetros extras, reflejando no solo el estado de ánimo sombrío de la época mediante colores más apagados, sino que también las tremendas carencias económicas de la gran mayoría de la población.
Esta tendencia continuó a lo largo de las décadas. El auge de la época de guerra de los años 40 vio una disminución en los dobladillos de las faldas a medida que se popularizaron aquellas que por sobre las rodillas, pero el largo volvió a caer justo antes de la recesión de 1949. La misma tendencia se observa con las minifaldas en los años 60 y 70, antes de la caída del mercado de valores de 1987.
El ”Hemline Index” adquirió tal popularidad que diversos economistas y periodistas promovieron el índice durante décadas.
El diario estadounidense “Fort Worth Star – Telegram” en 1979 publicó en una de sus páginas:
“Si ves a un hombre con un traje de tres piezas mirando por la ventana las piernas de una mujer no saltes a conclusiones sexistas. Tal vez no sea un cerdo después de todo, podría estar buscando diligentemente pistas sobre el futuro financiero”.
Lipstick Index o Índice del lápiz labial
La creación del «Lipstick Index” se atribuye a Leonard Lauder, uno de los multimillonarios herederos de la fortuna de los cosméticos Estée Lauder.
Después de que los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 azotarán la economía estadounidense, Lauder notó que su empresa estaba vendiendo más lápices labiales de lo habitual. Luego de analizar los diversos factores circunstancias, llegó a la conclusión de que las ventas de ese producto y la salud de la economía país eran inversamente proporcionales. Básicamente, a medida que la economía empeoraba, las ventas de labiales mejoraban.
La explicación tras este indicador se basa en el concepto de «consumo de consuelo» o «efecto lápiz labial», el que sugiere que en períodos de incertidumbre financiera, las personas recurren a productos de belleza más asequibles, como una forma de mantenerse optimistas y sentirse bien consigo mismas. Situación que queda en evidencia con el relato del teniente coronel Mervin W. Gonin, comandante de las fuerzas británicas, quién formó parte de los primeros soldados que liberaron el campo de concentración alemán Bergen-Belsen durante la Segunda Guerra Mundial.
“Fue poco después de que llegara la Cruz Roja Británica, aunque puede que no tenga conexión, que llegó una gran cantidad de lápiz labial. Esto no era en absoluto lo que los hombres queríamos, estábamos pidiendo a gritos cientos y miles de otras cosas y no sé quién pidió lápiz labial. Desearía tanto poder descubrir quién lo hizo, fue la acción de un genio, pura brillantez sin adulterar. Creo que nada hizo más por las ‘prisioneras’ que el lápiz labial. Las mujeres yacían en la cama sin sábanas y sin camisón, pero con los labios escarlata. Las veías deambular sin nada más que una manta sobre los hombros, pero con los labios escarlata. Vi a una mujer muerta en la mesa de autopsias y en su mano agarraba un trozo de lápiz labial. Por fin, alguien había hecho algo para que volvieran a ser individuos, eran alguien, ya no solo el número tatuado en el brazo. Por fin, podían interesarse por su apariencia. Ese lápiz labial comenzó a devolverles su humanidad”.
Si bien, tanto el Hemline como el Lipstick Index no pueden ser utilizados como herramientas predictivas precisas, a diferencia de datos como el desempleo o las tasas de interés, si pueden ofrecer una perspectiva sociológica sobre el consumo, la sociedad, y la “salud” económica de una nación, dejando claro una vez más, que la moda es mucho que un mero culto a la imagen.
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