«Más vale tener amigos, que ropa»

por | May 3, 2022

La herencia, el intercambio, la reventa ha subsanado la necesidad de comprar ropa "nueva" a nuestro hijo.

Esta columna trata sobre mi hijo. Quien, en poco más de un año de vida, se ha robado mis horas de ocio, el tiempo que pasaba con amigas e incluso algunos espacios de creación. Pero también ha sido él, el que me ha regalado otra forma de ver la vida. He establecido nuevas prioridades y he aprendido a recargarme de la oxitocina suficiente para superar las crisis de pánico.

Su llegada no solo ha sido aprendizajes a nivel personal, sino que nos ha dado tanto a mi como a su padre la oportunidad de ver que todo llega en su momento. Eso de que las guaguas vienen con “una marraqueta bajo el brazo” se ha hecho 100% carne en nuestro caso. Yo, que estaba dentro de la nómina de despido de la empresa, pude mantener mi trabajo –touché-, mientras que Damián encontró un lugar de trabajo que lo tiene feliz, después de más de un año de cesantía.

Desde que supe que estaba embarazada, tanto nuestras familias como amigas y amigos comenzaron a ofrecernos apoyo y ayuda “tangible” en términos financieros, considerando el mar de dudas que implica un embarazo para padres primerizos. De ellos, heredamos una cuna, un moisés y cosas que parecen pequeñas, pero son muy necesarias y que te brindan comodidad como: ropa de cama, una silla mecedora, la bañera y el cojín de lactancia. 

Contar con esa red ha sido fundamental. De lo contrario, todo se hubiese puesto más cuesta arriba. Esta red es una ayuda necesaria más allá del embarazo, e incluso requerida en la espera de los últimos días, cuando te das cuenta que, lejos de tener todo listo para empezar a maternar, hay cada vez más cosas que resolver. Como, por ejemplo, el tema de la ropa.

Un recién nacido no necesita “trajecitos” lindos —se ve lindo con lo que le pongas—, sino que requiere de mucha ropa de recambio. Entre que se pasa de pipí o devuelve la leche, se pueden necesitar hasta cinco mudas por día. Sin considerar las veces que lo manchas cuando comes, porque al principio —queramos o no— es casi imposible comer separada de esta pequeña persona.

No digo que haya que reprimir las ganas de comprarle un traje que nos guste —porque somos muchas las que caemos ante la tentación de la ternura que nos produce la ropa de guagua— ni menos que no aceptemos ropa de regalo. A lo que me refiero es a que en esta etapa se debe priorizar la cantidad versus la calidad, lo que lamentablemente hace muy difícil comprar local o bajo una producción sostenible.

Además, debemos considerar que el crecimiento de un recién nacido es abrumadoramente rápido, por lo tanto, su clóset requiere de renovación constante a diferencia de los adultos. Sumado a lo anterior, debemos agregar la carga social que existe ante la idea de rechazar toda la ropa que llega de regalo. Toda esta situación se vuelve incómoda, demandante, muchos días hasta angustiante, pero sobre todo contaminante.

Tomar acción frente al tema

Partamos por decir no al regalo que no necesitamos. Mi consejo es siempre preguntar a los padres: ¿qué necesitan? ¿qué podría ayudarlos? ¿qué les facilitaría o les acomodaría tener, sobre todo durante los primeros meses?

Si no sabes qué hacer con la ropa que llegó de regalo o compraste demás, informarte de sistemas de reuso o de intercambio es clave. Travieso, el proyecto de la también dueña de Ecocitex, posibilita la venta, el trueque pero sobre todo el reciclaje textil de este segmento. También está The Loop Kids que, además de contar con una tienda física de venta, permite a las personas vender lo que ya los más pequeños no usan.

Existen algunas tiendas solidarias como COANIQUEM Store, El Bazar de María Ayuda, La Tienda Solidaria, entre otras, que son iniciativas que pertenecen a fundaciones u organizaciones sin fines de lucro, donde también reciben ropa infantil para donación. 

Este tipo de proyectos, entre otras cosas, contribuye a que esa mala práctica de regalar, donar o incluso vender, absolutamente todo lo que ya no usamos sin un criterio mínimo de lo que es usable versus lo que está totalmente deteriorado, termine. Para que estos sistemas circulares, que al fin y al cabo nos favorecen tarde o temprano, tanto a nivel personal como socio-ambiental, operen y funcionen de forma sostenible se necesita de que nosotros pongamos de nuestra parte.

Esto, porque ya no sólo existe la posibilidad de monetizar aquello que, estando en perfectas condiciones, ya no seguirás usando, sino que hoy también puedes donar el material textil que ya no puede ser reutilizado, contribuyendo a que se convierta en nueva materia prima, en un hilado o incluso en paneles termoaislantes.

Un círculo virtuoso

Puedo afirmar con mucho orgullo que prácticamente toda la ropa que ha usado mi hijo Santino es de Lorenzo, el hijo de unos amigos que quedaron esperando guagua ocho meses antes que nosotros. De verdad, ha sido increíble y no sólo por el ahorro de dinero, sino que también por el espiral virtuoso que se ha creado.

Así como a ellos les llega ropa de otros amigos y su familia, luego nos toca a nosotros recibir de ellos bolsas repletas de ropa de segunda mano en perfecto estado, y a menudo, se filtra una que otra prenda completamente nueva. A la par, nosotros también juntamos las cosas que Santino ya no puede vestir por un tema de talla, para pasarsela a un primo más pequeño. Y así continúa la cadena.

La herencia entre amigos ha subsanado la necesidad de vestir a nuestro hijo sin tener que comprar ropa que, por lo general, tiene una acotada vida útil. Es un círculo hermoso en donde cada instancia se convierte en la ocasión para regalar —no sólo algo material— sino que poder vestir a nuestros pequeños de forma más consciente. Nos ha he evitado caer en la compra rápida o por impulso y de hecho, cada vez que estamos necesitando algo, o llega la hora de abastecerse porque Santino ha cambiado de talla, de forma mágica, siempre aparece esa parka o ese polerón que estuvimos a punto de comprar, pero no, finalmente lo heredamos y atesoramos para el próximo usuario.

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Periodista felizmente independiente, con experiencia en la generación de contenidos para todo tipo de plataformas. Practico yoga y danza, y amo la mixtura entre música y literatura. Creo que lo lento llega lejos. @mariaj.salazar

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