El concepto “local” es uno de los atributos que caracteriza al movimiento slow. Recordemos que este movimiento surge como slow food en Italia (Roma 1986), en rechazo a la apertura de una cadena de fast food de McDonald’s. La comunidad se unió en torno a la protección de la tradición de su cocina, los ingredientes naturales, locales y de temporada. Atributos que coinciden con los que promueve también la sustentabilidad, por ello se suele asumir que algo local también es sustentable. Pero, para esto, se deben considerar otros factores.
Cuando hablamos de sustentabilidad debemos abordar sus tres ámbitos de manera conjunta: el social, ambiental y económico. Si bien, los tres están directamente relacionados, el social y económico lo están aún más. Las prácticas sociales de una empresa afectan proporcionalmente el desarrollo económico dentro de la cadena de valor, porque cuando hablamos del ámbito económico en la sustentabilidad no sólo debemos referirnos a que la empresa sea rentable (como lo dicen las empresas de triple impacto), sino que ésta debe fomentar el desarrollo económico del mercado local.
Si lo llevamos a la industria de la moda, para cumplir estos dos ámbitos (social y económico), debemos considerar que las prendas además de ser fabricadas en Chile, sin huella esclava y bajo buenas prácticas sociales en toda la cadena, su producción debe fomentar la industria textil local. Trabajar con proveedores locales, no sólo en la fabricación de la prenda sino también en la de los materiales.
Si consideramos que en Chile casi no existe industria textil, es difícil poder decir que algo es 100% local. Entonces, ¿cómo lograr una prenda bajo este concepto? Podemos ampliar el territorio de proveedores a un circuito corto, considerando latinoamérica como “mercado local”. El hecho de no contar con las capacidades técnicas instaladas en nuestro país -para abastecer toda la cadena- se deben buscar suministros en los países vecinos, lo que permitirá fomentar el desarrollo económico de la región.
LOCAL COMO ATRIBUTO
En nuestro “Reporte de Tendencias Post Covid 19 / Estallido Social”, realizado por el equipo de STGO SLOW el año 2020, identificamos al “consumo local” como uno de los nuevos valores de incidencia de compra a la hora de elegir un producto.
Este atributo cobró mayor relevancia en este nuevo contexto social. La ciudadanía comprendió que el preferir productos nacionales y a baja escala, significaba un apoyo a la economía local que beneficia de manera directa a emprendedores y pymes, rechazando a las multinacionales y al retail.
Fue así como lo “local” se transformó en un atributo positivo de impacto social y económico deseable. Pero, para hablar de sustentabilidad, recordemos que debemos considerar también el impacto ambiental en todo el ciclo de vida de la prenda. No sólo en su fabricación, sino el de sus materiales, distribución, uso y fin de vida. Es decir, sí sólo diseñamos y fabricamos una prenda en Chile no basta para ser considerada “sustentable”, en este caso la recomendación es utilizar el concepto “Hecho en Chile” y/o “Diseño Local”.
Sabemos que ser una marca sustentable es muy complejo de cumplir a cabalidad y además, requiere una mejora continua, por ello cuando nos declaramos “sustentables” es importante transparentar en qué áreas estamos cumpliendo y en cuáles nos estamos comprometiendo a mejorar. Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, recomiendan que las declaraciones de sustentabilidad deben contar con acciones concretas que disminuyan los impactos negativos en los tres ámbitos, de manera fiable, pertinente y que pueda ser comprobado.
Por lo tanto, si somos una marca que se declara sustentable utilizando como atributo lo “local”, debemos considerar que nuestras prendas sean producidas y fabricadas de manera ética, en un circuito corto con proveedores trazables, donde los procesos y materiales sean de bajo impacto ambiental y buena calidad. Este es el sistema ideal, aunque a partir de él pueden variar los factores según el nivel de sustentabilidad con el que cuente la marca.
Si recordamos cómo nace el movimiento slow y qué tipos de atributos y valores son los que promueve, vamos a encontrarnos con que lo “local” no sólo implica una mirada productiva (materias primas, manos de obra), sino que también posee una mirada desde lo social, vinculada con el rescate de las tradiciones, las técnicas artesanales y nuestra cultura. No sólo se trata de fomentar el desarrollo económico, sino también de preservar nuestro patrimonio e identidad.
A la hora de tomar una decisión de compra basada en el consumo local, podemos encontrar distintos factores de incidencia según nuestros valores y causas que nos ayuden a promover esta práctica, ya sea: fomentando la mano de obra (fabricación), la industria textil (materiales), el diseño (identidad) u otro eslabón de la cadena. Pero si buscamos una prenda local y sustentable debemos considerar todos los ámbitos de manera conjunta, porque los tres -social, ambiental y económico- son igual de importantes.De lo contrario una prenda hecha en Chile podría tener iguales características que una prenda fast fashion: huella esclavitud, baja calidad, materiales con alto impacto ambiental, alta huella de carbono y obsolescencia.
Es importante tener claro que el que sea local no libra a una prenda de todas estas externalidades y prácticas negativas. Por lo tanto, si vas a consumir local… ¡haz que sea en su mejor versión!