Palabras e imágenes: Diego Urbina
Cada año aumentan las hectáreas destinadas a cultivos transgénicos en el mundo. Chile ocupa el lugar 21 de la lista con siembras de maíz, soja y canola. Desde hace nueve años una norteamericana avecindada en nuestro país lidera una iniciativa comunitaria desde donde aporta su grano de arena por un estilo de vida más ligado a la naturaleza y un mundo mejor. Le puso como nombre Huerto Hada Verde.
Stephanie Holiman nos recibe en su casa ubicada en un tranquilo barrio de Ñuñoa. Un precioso antejardín nos guía hacia donde encontramos montones de almácigos en cajas de yogur, perfectamente ordenados y en pleno crecimiento. Su hijo Gabriel toma una vieja tetera con agua y comienza a regar con entusiasmo. Más tarde tomará arvejas frescas –las que no dudará en comer– y entrará al gallinero que tienen para ver si las aves pusieron algún huevo.
Entre las matas de papas y melisas esta socióloga de profesión oriunda de California nos cuenta que desde niña estuvo involucrada con la naturaleza. Sus tíos tenían una granja en la que ella ayudaba a cultivar y observaba con atención el cuidado que requerían las especies. Su madre también potenció ese respeto por la naturaleza, influencia que la llevó a ser vegetariana a los 15 años. “Siempre fui muy consciente con la comida, leía sobre la industria de la carne y no quería apoyarla”, dice. Pero fue en 2003 cuando se tomó realmente en serio el tema de la alimentación orgánica. Ese año asistió a una conferencia en el Foro Mundial Social en Brasil y tomó una charla sobre transgénicos. “Escuché todo lo que decían los agricultores y me di cuenta de que era demasiado serio como para quedarse sentado sin hacer nada, ahí me pregunté qué podía hacer”, dice sobre la experiencia. Es por eso que cuando llegó a Chile y se dio cuenta de que existían pocas alternativas para cultivar su propia comida, creó un huerto orgánico urbano. “Como no sabía hacerlo decidí que debía aprender e involucrar a más gente. Comenzamos a buscar una casa para tener una huerta, pensamos hacerlo fuera de Santiago, pero después lo desechamos porque nadie tendría tiempo para ir”. Así en 2006 nació Huerto Hada Verde, una cooperativa donde el agricultor y los consumidores están vinculados directamente y donde estos últimos están asegurados con una comida libre de pesticidas y las cosechas se comparten.
¿Fue muy difícil empezar en esto?
Al principio fue difícil, tuve que hacer una práctica en Canelo de Nos y fui a clases de cómo hacer una huerta orgánica. Más tarde volví a California y fui a unas granjas orgánicas para estar más entrenada. Volví con muchas más herramientas y año tras año fui mejorando y aprendiendo más cosas. Al mismo tiempo más gente quiso aprender y se acercó a nosotros, por lo que empezamos a enseñar clases como un voluntariado, fue creciendo el interés y dimos clases para tener una base y empezar una huerta. Después integramos clases de cocina, de yerbas; cómo hacer una casa sustentable con ecoproductos: desodorantes, jabón, etc.
El uso que le das a la huerta trasciende de lo comestible entonces.
Claro que sí, las plantas y hierbas tienen múltiples usos, desde los pétalos de caléndulas para decorar, hasta la esencia de menta que ocupas para hacer un vinagre para limpieza de la cocina, así todo tiene una conexión con la huerta. También hago detergente para la ropa, mi propia pasta de dientes, desodorante, mi champú, etc. Tenemos nuestra propia medicina, hacemos gotas concentradas de algunas hierbas para el resfrío, la alergia, ya no tomo pastillas hace muchos años.
Aquí tenemos un montón de cosas que la gente piensa que son maleza cuando son hierbas medicinales o plantas silvestres comestibles. Están en un lugar que uno no quiere, pero llegan por algo, indican algo y aportan en algo. Hay que preguntarse por qué llegó.
El 2014 se registró un aumento de 6 millones de hectáreas para siembras de cultivos transgénicos respecto al año anterior ¿Por qué es importante informarse sobre este tema?
Hay mucha información que puede estar manipulada y que nos dice que los transgénicos son para combatir el hambre en el mundo, pestes y plagas, pero es un argumento poco válido porque vemos que sigue la pobreza. No es mejor que exista un grano de arroz enriquecido con vitamina A en lugar de que todos tengan una huerta con gran diversidad. Lograr alimentos uniformes también es un argumento de ellos: se sabe cuál será la producción, tamaño, calidad, etc. Pero eso no significa que es mejor para nuestra salud ni nuestra vida. Se van dejando de lados miles de miles de variedades y se pierden. En el pasado ibas a la feria y veías diversidad de especies, aromáticas, sabrosas, hoy eso no pasa.
Muchas empresas están patentando semillas ¿cómo ves eso?
Para mí lo que la naturaleza te da no tienen dueño. Las semillas las tenemos gracias a miles de años de conservación de todos los pueblos originarios, gracias a ellos tenemos comida, entonces que venga una empresa a manipular la semilla y la patente es una falta de respeto tremenda. No están reconociendo todo ese trabajo de miles de años, que es un regalo de la naturaleza. Es un riesgo muy grande a futuro sobre la soberanía alimenticia, si tú ya no tienes derecho a semillas, no puedes cultivar tu propia comida y dependes de otro.
¿Cómo repercute lo que entra a tu cuerpo?
La diferencia de salud consumiendo mis propios cultivos y apoyando con hierbas medicinales es impresionante. Me resfrío mucho menos, siento mucho más los sabores, como de manera distinta.
Lo que te hace tener una relación más consciente con el entorno
Sí, yo cada vez que corto algo pido permiso a la naturaleza y doy las gracias. Entendí que esto no es mío, el sol y la lluvia ayudan. Además de que somos un grupo de personas que participamos del cuidado y hacemos que esto crezca.
¿Para ti más que una forma de alimentarse termina siendo un estilo de vida?
Efectivamente, nosotros compramos cada vez menos cosas en el supermercado porque participamos en una cooperativa de alimentos, donde unas personas se organizan todos los meses para comprar a granel grandes cantidades de insumos. Así cortamos los intermediarios de la comida, porque cada vez hay más y tú pagas por el envase, por el envío y otros factores externos. Yo prefiero llevar mi propio frasco y rellenarlo. También uso ropa usada, reciclada, con fibras más naturales… todas esas cosas importan. Cada decisión de consumo que tomas tiene consecuencias y afecta. Vas viendo infinitas posibilidades de cambio.
Se piensa que para tener una vida así hay que escapar de la ciudad.
Creo que la ciudad es especial porque todo se expande mucho más rápido y eso me parece sumamente interesante. Es vital que existan este tipo de espacios adentro de la ciudad por el bien de los habitantes, me encantaría que en todos los parques de Santiago hubiera huertas comunitarias porque es un espacio que no existe. Si tú vas a un parque no te integras a él, eres un espectador que observa las flores, te sientas en el banco, pero no estás involucrado, en la huerta tú te metes ahí, porque tienes que mover la tierra, debes intervenir e integrarte a ese espacio.
Si te vas fuera es como renunciar, algo un poco egoísta. Estos espacios para mí son sagrados.
¿Qué te parece que exista mayor preocupación sobre estos temas y que surjan más iniciativas?
Espectacular. Veo bandejones de huertas en la calle, en la Reina hay un programa muy bueno de huertas comunitarias, hay muchas cosas que podrían replicarse en todas las comunas. Hay mucho por hacer.
Cuéntanos en qué estás con Huerto Hada Verde.
Nosotros todos los jueves tenemos un voluntariado que durante un semestre nos acompañan a hacer todos los trabajos de la huerta. Aparte de eso somos un equipo de por lo menos tres personas que estamos involucrados permanentemente. Ha sido todo un desafío.
Actualmente estamos haciendo un taller introductorio para que las personas se hagan una idea de cómo sería hacer una huerta. Qué es lo que necesitan considerar en términos de tiempo, espacio, recursos, requisitos de sol, agua, etc. Nos encanta este taller ya que abordamos el porqué tener tu propia huerta y ahí entramos en un tema súper filosófico. Es la primera semilla en las personas que están en una búsqueda.