Tiempo atrás me preguntaron ¿qué es un vaho? y pese a ser una práctica milenaria que conozco, no supe con exactitud cómo definirla.
Lo primero que se me vino a la mente fueron sensaciones por sobre palabras. “Si cierro los ojos y pienso qué es un vaho me imagino respirando muy profundo, en ambiente húmedo donde se escuchan hojas y el viento que la mece. Estoy sumergida en un baño termal que alcanza mi cuello, me sumerjo para luego volver a respirar ese aire fresco mezclado con un vapor cálido. Respiro con los poros y el diafragma viaja a la tierra…”
Mi mente sensorial me llevó a esos pensamientos, pero minutos después regresé a la pregunta inicial: ¿qué es un vaho? y busqué su definición:
Vaho (Del ant. bafo, y este de la onomatopeya baf, que expresa el soplo del vapor, infl. en su grafía actual por vapor; cf. ast., judeoespañol y portugués. bafo, y catalán. baf.)
1. Vapor que despiden los cuerpos en determinadas condiciones de temperatura y humedad.
2. Guiso que se prepara al vapor.
3. Método curativo que consiste en respirar vahos con alguna sustancia balsámica.
Aunque suelo recomendar los baños de vapor de las fosas nasales superiores, sobre todo en periodos de piel en transito, no me había detenido a compartir e indagar sobre este método curativo. Y hoy, quiero que juntas lo respiremos un poquito más profundo.
El vaho, así como el vapor, resulta innegablemente mágico, cálido, místico, hogareño, y confortable en todas sus acepciones. Ya sea en una gyoza o en una bocanada alcanforada de aceites esenciales. El vapor es una mixtura de agua y aire transformado por el calor, tan incontenible como cualquier aire, pero cargado de luz y tibieza. Es la manifestación visible de algo oculto, una fragancia, un espíritu, una fuerza etérica difícil de comprender fuera de la alquimia y la espagiria.
Desde tiempos remotos, el vapor ha estado vinculado a la historia humana; con los Tapukus (seres de vapor) en Colombia, los famosos baños turcos y saunas originarios de la antigua Grecia, la invención del primer alambique por María la Judía y la destilación de bebidas espirituosas, hasta la locomotora a vapor que marca la era de la materia. En todas las culturas los baños de vapor tenían un fin comunitario, su uso no dependía del nivel socioeconómico, eran públicos, como parte del bienestar, la higiene y la salud de la población.
Origen y uso cotidiano
Los baños de vapor naturales se construían aprovechando el brote de un agua termal rica en minerales, mientras que en los saunas el vapor nace al verter agua o infusiones sobre superficies calientes. Independientemente del tipo, todos mantienen la combinación “agua + calor», provocando que las altas temperaturas del agua transporten vapor a la piel, incentivando el sudor de ésta y la dilatación de poros. Esta reacción permite y facilita la eliminación de células muertas, así como también el exceso de sebo, toxinas e impurezas.
Por esa razón, suelen ser ideales para pieles grasas, ya que a través de la sudoración se eliminan las impurezas y se limpia la piel en profundidad. De hecho, los vahos faciales son una gran alternativa natural para el acné, ya que suaviza el sebo acumulado y facilita su eliminación. Las pieles resecas también se favorecen de su práctica, ya que se verán humectadas gracias al sudor y también se liberarán de ese aspecto gris que causa la acumulación de células muertas en su estrato córneo. Sin embargo, las personas con piel sensible, rosácea o con tendencia a la irritación, podrían verse perjudicadas por la predominancia del estado sulfur (o calórico) en el órgano piel.
Ahora que conseguí explicar lo qué es el vaho, más allá de lo sensorial, te invito a que descubras los beneficios de esta práctica. Ya sea por medio de una baño total o probando un pequeño vaho facial y nasal siguiendo el paso a paso aquí. ¡Yo amo los vahos!, los incorporé hace mucho para tratar mi sinusitis pero, en la experimentación, conocí un mundo de bienestar como los baños de asiento que han sido grandes aliados para los fríos sureños, pero de eso hablamos otro día.
Si te entusiasmas, te comparto algunas hierbas y/o aceites esenciales que me gusta incorporar en los baños faciales/nasales según la ocasión.
- Obstrucción nasal (rinitis): eucalipto
- Sinusitis: Lingue [estados agudos con cefalea y mucho frío].
- Piel desvitalizada: salvia, caléndula y manzanilla (juntas o por separado). Idealmente flores frescas cosechadas a medio día.
- Piel grasa/espinillas: lavanda y romero.
- Purito o salpullido repentino (por ejemplo uso prolongado de mascarilla) milenrama y manzanilla (juntas)
Consideraciones generales: Si es hierba 100g x litro de agua el material vegetal se incorpora junto al agua fría y se hierve tapado; si se trata de aceites esenciales 10 gotas x litro de agua, se adicionan bajo “la carpa que se forma con la toalla sobre la olla”.
Cuéntanos si los realizas y comparte tu experiencia con estos vapores mágicos.
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