Si hay algo que gran parte de la población mundial tenemos en común, es que todos y todas somos seres vestidos y la industria textil provee artículos necesarios para nuestra vida cotidiana. Utilizamos ropa, calzado, accesorios y otros productos que nos ofrece esta industria. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar en el impacto ambiental de estos productos.
En este artículo te voy a contar sobre los impactos socio-ambientales de la industria textil. Además, de compartirte algunas recomendaciones que te pueden ayudar a transitar hacia un clóset más consciente y lo que se puede aplicar a otras esferas de nuestra vida.
La cultura del fast fashion
La cultura del fast fashion o Moda Rápida creció exponencialmente en los años ‘90 con la aparición de marcas internacionalmente reconocidas, como el grupo Inditex, Benetton, Mango, El Corte Inglés, H&M, Primark, entre otras. Esta nueva cultura de producción, trajo tendencias de moda efímeras, que van temporada tras temporada, colección tras colección y donde la lucha, por llegar al precio más bajo por prenda, pasa a llevar tanto derechos sociales como ambientales.
Así, hubo un cambio radical en el comportamiento de las y los consumidores. El tiempo de uso de las prendas es cada vez menor, al igual que la duración de las temporadas que marcan tendencias.
Según un estudio de la fundación Ellen MacArthur las ventas de ropa han aumentado al doble en los últimos 15 años. Por otro lado, el uso promedio de cada prenda ha disminuido un 35% en el mismo período de tiempo (Imagen 1).
El ciclo de vida de la producción de una prenda
Antes de comenzar a hablar de los impactos ambientales, es necesario conocer a grandes rasgos las etapas del ciclo de vida de una prenda.
Este ciclo comienza con la extracción de las materias primas necesarias para cada tela, sea de origen natural como sintético. Luego, cada material atraviesa distintos tratamientos hasta llegar a la producción de las fibras. Una vez que finaliza el hilado y tejido comienzan una serie de tratamientos húmedos. Estas etapas consumen una gran cantidad de agua, lo que conocemos como huella hídrica, y además, el uso de aditivos químicos.
Finalmente, las telas pasan a la etapa de confección, transporte, uso y disposición final. Solamente el 2% de las prendas que se fabrican y completan su ciclo de vida vuelven al ciclo productivo como fibras recicladas (Imagen 2).
Uso de aditivos químicos
A lo largo de todas las etapas del ciclo de vida de las prendas se consumen distintos aditivos químicos. Sin embargo, las etapas húmedas son las que más demandan estos productos.
La producción de fibras plásticas para el sector textil utiliza unos 342 millones de barriles de petróleo cada año, según este informe, y se calcula que la producción de algodón requiere 200.000 toneladas de pesticidas y 8 millones de toneladas de fertilizantes al año. La demanda de la industria textil por estos productos (tintes o tratamientos de acabado) es de 43 millones de toneladas anuales.
Los aditivos químicos cumplen distintas funciones en el tratamiento de las telas, como por ejemplo:
· Dimensionado · Blanqueamiento · Pesticidas · Solventes · Tensioactivos · Impermeabilizantes · Agentes reductores · Plastificantes · Tinturas y pigmentos
Además de estos productos, las etapas húmedas consumen una gran cantidad de agua. Esto genera la descarga de aguas residuales, contaminadas con todos los aditivos mencionados anteriormente.
Contaminación de aguas residuales
Las aguas residuales coloreadas son muy difíciles de tratar por su naturaleza. Para lograr una separación adecuada, las plantas de tratamiento realizan procesos de separación que son muy costosos energéticamente.
Esto es un gran problema en muchos países en vías de desarrollo y en particular, en los países vulnerables donde gran parte de estos procesos de producción se llevan a cabo. Éstos, en su mayoría, no cuentan con las instalaciones adecuadas o el presupuesto suficiente para tener sistemas complejos de tratamientos de aguas. En estos casos, los efluentes se arrojan en aguas municipales sin tratar, generando un gran daño a corto, mediano y largo plazo de las especies que viven en los ecosistemas marinos.
Liberación de microplásticos de fibras sintéticas
Según un estudio publicado en 2018, las fibras sintéticas son la mayor contribución a la contaminación de los océanos por microplásticos primarios*. El 36% de los microplásticos en los océanos liberados de fuentes primarias puede atribuirse a estas fibras.
Las prendas de fibras sintéticas liberan microplásticos cuando se lavan en la lavadora. Esto se debe al estrés físico que sufren por los movimientos bruscos durante el lavado. Pese a que la liberación de microplásticos desde fibras sintéticas disminuye con lavados sucesivos, luego del octavo o noveno lavado se liberan mucho menos microplásticos que en los primeros, es necesario tomar consciencia de que lavar menos nuestras prendas es mejor y cuidarlas leyendo bien las etiquetas, es clave.
*Los microplásticos primarios son aquellos que se liberan desde el producto al ambiente en forma de pequeñas partículas. Por otro lado, los microplásticos secundarios son producto de la degradación de otros plásticos como botellas y bolsas en los océanos.
Condiciones laborales de las y los trabajadores
Otro gran problema de la industria textil es el impacto social en países en desarrollo. Muchas empresas de la industria textil, en particular empresas de moda rápida, han localizado en los últimos años a sus proveedores en países como India, Bangladesh, China y Brasil. Esto se realizó con el objetivo de bajar costos de mano de obra y en muchos casos, evadir legislaciones ambientales.
Según estudios recientes, el 80% de la ropa exportada a nivel mundial se envía desde países en desarrollo a países desarrollados. Documentales, libros, activistas y movimientos sociales e internacionales, como Fashion Revolution, han visibilizado las grandes falencias de las cadenas de suministros entre compradores, proveedores y subproveedores. El evidente abuso a los derechos humanos, daños al medio ambiente y a la población local en general, tal como afirma Carry Sommer, es un problema complejo y el cual obliga a “un cambio estructural y sistémico en la industria, y esto comienza con las poderosas fuerzas que la conforman”.
Recomendaciones para disminuir el impacto ambiental de nuestro clóset
- Comprar prendas duraderas y de calidad
Es importante que cambiemos esta mentalidad que trajo el fast fashion a nuestra vida. La cultura del descarte a fin de cada temporada es cada vez más masiva. Tenemos que ser muy cautelosos a la hora de elegir nuestras prendas, sobre todo su calidad y atemporalidad.
En nuestra Vitrina Franca, encontrarás prendas que apuntan en esta dirección.
- Rediseñar prendas propias
Otra opción para prendas que tengamos en nuestro clóset es rediseñarlas para adaptarlas a nuestro nuevo talle o estilo o si tienes la oportunidad, elegir marcas locales que trabajan con la técnica del upcycling. A veces sólo cambiando un detalle, se puede revivir completamente una prenda.
Algunos consejos que puedes implementar:
- Cambia el largo de tus pantalones, faldas o shorts. Si es para acortarlo, lo puedes hacer con tus propias manos o si es para alargarlo, enviarlo a una modista, ¡es una tarea muy sencilla!
- Compra estampas o parches y pégalos en una camisa o polera vintage, ¡esto la cambiará completamente!
- Tiñe tus prendas para adaptarlas al color con el que hoy te sientas más cómoda (preferentemente con tinturas naturales)
Como mencioné anteriormente, lo más importante es que dejemos de pensar en las prendas como si fueran descartables. Dale el valor que se merece cada una de ellas, usa tu creatividad para combinarlas y repara, viste y luce cada prenda. ¡El planeta te lo va a agradecer!
REFERENCIAS
“Decision making on supplier selection based on social, ethical, and environmental criteria: A study in the textile industry” / “A review of textile industry: Wet processing, environmental impacts, and effluent treatment methods” / “Primary Microplastics in the Oceans” / “The contribution of washing processes of synthetic clothes to microplastic pollution” / “A new textiles economy: Redesigning fashion’s future”, The Ellen McArthur Foundation, 2017.
IMAGEN PORTADA: Stella McCartney, fall 2017