Los entremedio, los durante, esa zona de equilibrio que la naturaleza nos marca entre los polos invierno – verano, de eso vamos a conversar bien lento en esta entrega. Las estaciones de transición —otoño y primavera— guardan una belleza sutil. Una belleza que solo es descifrado por un ojo capaz de detenerse en el botón de flor o en la hoja que de verde avanza lentamente al rojo, como evocando un atardecer de playa.
Las estaciones de transición nos dan la oportunidad de fluir. Si en verano nos ocupamos de protegernos del sol y el fotoenvejecimiento, y en invierno nos ocupamos del frío y la resequedad, ¿de qué tendríamos que ocuparnos en otoño y primavera?
La respuesta es bastante poco evidente, para ser sincera. Por ello, te invito a fluir con mucho aire y agua hacia los cuidados de tu piel durante las estaciones intermedias.
- Inspecciona cómo está tu piel
Conocer nuestra piel es fundamental. El cómo responde ante los cambios externos como internos, a las diferentes estaciones y climas, ¿qué le pasa cuando se expone al sol?, cómo reacciona frente a la ingesta de ciertos alimentos y al uso de determinados cosméticos, etc. son algunas de las respuestas que debemos saber, sobre todo si queremos cuidarla con intención.
Durante el otoño y la primavera, el estrato de la piel más activo es la dermis (la capa intermedia de la piel). Lugar donde suceden gran parte de los procesos de síntesis de sustancias, como el colágeno, la elastina, el factor natural de hidratación, etc.
Estas sustancias confieren fuerza y flexibilidad a nuestra piel, y son los componentes vitales para el bienestar de ésta. Además, estas fibras están impregnadas de una sustancia de tipo gel, las cuales cuentan con una gran capacidad para retener agua y contribuir a mantener el volumen de la piel.
Si quieres saber más de la biología de la piel, revisa el video estructura y funcionalidad que vuelve única a nuestra piel colgado en pleno confinamiento, en el canal de youtube de Paihuen.
2. Hidratación ahora y siempre
Un ultra básico pero siempre menospreciado —y olvidado— aspecto para la salud de la piel. Ya lo he dicho antes así que aquí repito : “Hidratar es un fenómeno biológico que considera la restauración de los niveles de agua de la piel desde adentro, mientras que humectar es el fenómeno de «absorber» o retener el agua de la piel, es un fenómeno exógeno que viene desde la exterior a las capas internas”.
Este es un tiempo ideal par usar tratamientos que aumentan la retención de agua, por ejemplo, el ácido hialurónico —tan de moda— pero que debe su popularidad a su alta capacidad de retención de agua, y a que es parte natural de la piel. Siendo parte esencial del factor natural de hidratación.
3. Ponle color a tu piel
En la dermis —reitero, la fase media de la piel— encontramos la melanina: pigmento natural que da color a la piel, a nuestro cabello y a los ojos. Ya sea que estemos entrando o saliendo de su fase estimulante (el verano) debemos cuidar la melanina ya que es nuestro protector natural ante diferentes agentes ambientales, como las radiaciones solares y los radicales libres.
Mi consejo:
- Aumenta el consumo de alimentos coloreados y de raíz. Vuélvete loca con las zanahorias de colores, las betarragas, busca el berry de estación por el monte.
- ¿Qué me pongo? ¿Qué producto puedo utilizar? Na na na, no todo en el cuidado de la piel es embetunar. Yo me atrevería a decir que cerca del 80% del aspecto y estado de salud de nuestra piel es lo que comemos y hacemos.
- Si puedes y quieres, consume suplementos de betacaroteno, ojalá entre los “entre equinoccios y solsticios”, descansando en verano e invierno.
Si quieres saber más de las cualidades del color en la naturaleza te recomiendo comenzar con este ABC.
4. Tómalo con calma
Adapta tu vida a estos nuevos ritmos y aprovecha de encontrar tu propio equilibrio. Ni el clima ni nadie te pide que estés encerrada en casa mirando una serie abrigada hasta la punta de la nariz preparandote para el invierno, ni tampoco junto al mar hasta que caiga el sol junto a tus amigues disfrutando ansiosa los primeros rayos del sol. Por el contrario, este tiempo intermedio, es preciso para los balances, para estar en una y ajustar el ritmo.
Mi consejo:
- Aprovecha de aplicar algunas prácticas de autocuidado, como un baño de tina, vahos de vapor para limpiar la piel de tu rostro, también las vías respiratorias superiores.
¿Cómo hacerlo? En una olla de boca ancha (más de 20 cm de diámetro) coloca 1 litro de agua (ojalá filtrada o pura) y 100 gramos de hojas salvia, romero y flores de lavanda (idealmente frescas y cosechadas en la mañana). Deja hervir la mezcla con una tapa, durante 30 minutos.
De forma paralela, limpia tu piel con un tónico, como por ejemplo Tónico Rocío y busca una toalla grande. Con la olla ya fuera del fuego, siéntate, cubre tu cabeza y disponte a hacer una “carpa” sobre la olla con la toalla. Practica pranayama o respiración consciente y relájate. Mantén esta posición por 9 minutos.
Para finalizar, aplica un poco de aceite de oliva sobre tu rostro húmedo, cubre tu rostro 10 minutos con la toalla humedecida por el vapor de la infusión, y luego retira el exceso de aceite.