Vivimos de manera acelerada, eso está claro. Somos tantas las personas corriendo de un lado a otro, tratando de cumplir no solo con lo que ‘tenemos’ que hacer, sino que también con todo aquello que nos hemos autoimpuesto, como si nuestros días tuvieran 48 horas. Las listas de pendientes son interminables, la sensación de estar al debe es constante y de vez en cuando nos sentimos abrumados por las responsabilidades. ¿Te suena familiar?
De vez en cuando me pregunto por qué y, sobre todo, para qué vivimos así. La primera vez que surgió esa interrogante en serio fue un fin de año que ‘me tocó trabajar’ hasta las 11 pm en Noche Buena y en vísperas de Año Nuevo. Sentí que mis prioridades estaban muy mal puestas, así que decidí tomar acción y hacer un cambio.
Trabajaba alrededor de 16 horas diarias, iba a ver a mis amigos con el computador en la mano –vivía por los demás y no sabía decir ‘no’–, dormía 4 o 5 horas y, lo más grave, ¡sentía que tenía éxito! Resulta que no es tan simple cambiar cuando tu mente te dice que ‘lo estás haciendo bien’. Yo sé que podría haber seguido con mi piloto automático y con ese ritmo frenético a punta de adrenalina y cortisol, al borde del estrés crónico, si no hubiese sido que me pregunté ‘para qué’ y no quise volver atrás.
¿Tú te has preguntado alguna vez para qué te apuras y estresas tanto? ¿Eres de las personas que están constantemente lamentándose por sus pendientes y planificando el futuro? ¿Sabes que tienes que hacer algo para mejorar tu relación con el tiempo, pero no tienes idea qué?
Es curioso, nuestra forma de manejar y percibir el tiempo habla mucho de nuestro estilo de vida y también de nuestra salud mental y física. Déjame resumirlo así: si sientes que estás fluyendo de manera agradable en el día a día, probablemente vas por buen camino en ese sentido; si el pasado, el presente y el futuro te estresan, date un espacio para mirar tus rutinas y sensaciones… Tal vez haya algo que cambiar.
Hasta hace poco era de la idea que todos sí o sí ‘deberíamos’ desconectarnos del trabajo y la tecnología que nos absorbe y parar un buen rato para calibrar, pero ahora solo quiero abrir la invitación a ajustar el ritmo y a vivir más consciente de las necesidades de tu cuerpo y mente. ¿Cómo descubrirlas? Una respuesta, para mí, es observándote y conociéndote.
Por ejemplo, permítete detenerte un par de minutos al día y preguntarte si te sientes con energía, cansancio, agotamiento, alegría, estrés, etc. De hecho, ¡hazlo ahora! Para, estira tu espalda, cierra los ojos, respira y pregúntate cómo se siente tu cuerpo –es una excelente manera de conectar contigo– y qué está dando vueltas en tu mente. Registra.
Estamos acostumbrados a pasar de una tarea a otra, entonces al darnos esos minutos de consciencia nos permitimos ver aquello que necesitamos. Crear ambientes donde podamos observar si hay o no balance entre nuestro mundo laboral, social y personal, y luego accionar de acuerdo con lo que nos parece saludable, son prácticas que ayudarán a armonizar nuestros tiempos.
En un principio se puede sentir incómodo, casi como si chocáramos a toda velocidad, en medio de un ritmo acelerado, pero la sensación de calma mental y física vale el esfuerzo que conlleva un cambio de paradigmas y de hábitos. En ese sentido, recomiendo mucho leer más de mindfulness –atención plena– y ponerlo en práctica. La neurociencia ha demostrado que a mediano plazo no solo mejora la salud y reduce el estrés, sino que eleva los niveles de atención, productividad, creatividad y felicidad.
El mindfulness me ha permitido experimentar el mundo de una manera mucho más presente y amable. Llevo años en práctica y, actualmente, estoy pasando por una nueva transformación en que pretendo ralentizar más mis ritmos. Lo veo como un nuevo ajuste orientado a seguir conectando con la vida lenta, disfrutar más el ahora, vivir más consciente, darme más tiempos personales y priorizar lo que es importante para mí hoy.
Si esto resuena contigo pero te cuesta parar, hay algunas actividades que podrías hacer (sin que esto se traduzca en sumar tareas): compartir con tu familia y amigos, dormir siete a ocho horas al día, practicar algún deporte o juego, rezar, meditar, descansar en el no hacer por cinco minutos, ver alguna película nutritiva, hacer algo relacionado con el cuidado del cuerpo, tomar una terapia, reír con amigos, bailar tu canción favorita o lo que sea que te haga sentir en conexión contigo y la vida. Lo importante es hacerlo de manera exclusiva, ojalá sin celular y muy presente. ¡Date el tiempo!
No tengo la verdad absoluta en este tema porque sigo conociéndome y transformándome. Sí puedo dejar un punto de partida y son estas preguntas: ¿cómo está tu percepción del tiempo? ¿Estás viviendo a tu ritmo o al que la sociedad impone? ¿Te estás dando lo que necesitas?
Fotografía por @amadiez para tienda Franca. 2016⠀