La escritora Ruth Stone dijo que cuando iba a escribir un poema lo sentía venir en el aire. Creía que el escrito hacía que la tierra temblara bajo sus pies. Y cuando eso pasaba había una sola cosa que hacer: salir corriendo y conseguir un pedazo de papel y un lápiz lo suficientemente rápido, para que cuando la inspiración alcanzara su cuerpo ella pudiera recoger todas las palabras y atraparlas en una página.
Como Stone, los griegos y los romanos en la antigüedad también creían que la creatividad no era algo que formaba parte de ellos y que debían cultivar, más bien la veían como la voz de un ser divino que vivía en las casas de los artistas, y que se hacía escuchar siempre que alguien estuviera dispuesto a recibir su mensaje.
“La atención es el principio de la devoción”, escribió Mary Oliver, ganadora del Premio Pulitzer, en su colección de ensayos Upstream. Desde el punto de vista de la antigua creencia de que la creatividad es un mensaje proveniente de una fuente externa a nosotros, buscar el tiempo para escuchar y observar atentamente puede hacernos vivir este proceso de una forma más pausada y consciente. ¿De qué otras maneras podemos escuchar la voz de la creatividad? ¿Cuál es la forma slow de ser creativos?
Vivir enteramente en el presente
Si quieres dejar de forzar las ideas para que lleguen a tu cabeza y que sea un proceso más natural, lo primero que puedes hacer es comenzar a vivir enteramente en el presente.
Esto significa que mientras estás escribiendo, caminando o hablando con alguien más, tu mente debe estar acompañando a tu cuerpo.
Si te cuesta conectar con el presente y tu cabeza se va al pasado o al futuro con facilidad, siempre que puedas mira con atención el lugar donde te encuentras. Pregúntate de qué color son las paredes que te rodean, observa los detalles más pequeños y piensa en que el único momento que existe es este.
Si vives el presente enteramente la inspiración te encontrará de manera más fácil.
Agendar al menos una vez a la semana en la que no harás nada más que observar
Ichigo ichie (期) es una expresión en japonés que significa “una vez, un encuentro” y nos recuerda que este momento es único. Aún si vuelvo a sentarme en mi computador a la misma hora, con la misma ropa y el mismo clima la experiencia sería diferente.
Escoge un día a la semana en el que te dedicarás solo a observar. Puedes colocar incluso una alarma. Ve a tu ventana o a algún lugar de tu ciudad que te haga sentir en paz y solo observa. No importa si siempre es el mismo lugar.
Mira las nubes, sus formas, el color del cielo, los árboles, las otras ventanas, las personas. Cada momento de observación es único, ninguno se repite.
Si necesitas ayuda con esto puedes leer libros que te inspiren a observar.
Escribir páginas matutinas
La escritora Julia Cameron, en su libro El camino del artista, recomienda escribir tres páginas diarias –tipo corriente de conciencia– tan pronto te despiertes, no importa si no sueles escribir. No tiene que tener sentido nada de lo que escribas. Esto es solo una forma de vaciar tu mente de todo lo que te preocupó el día anterior.
Cameron dice que las preocupaciones son quienes se interponen entre tú y la voz de la creatividad y si no las pones en papel no podrás saber que están allí hasta que se acumulen varias y se hagan escuchar.
Probar un baño de sonido durante tu momento de crear
El soundbath es un baño de sonido acústico y de alta vibración, en el que se usan notas repetitivas en diferentes frecuencias que nos ayudan a soltar los pensamientos que no nos benefician.
Los antiguos griegos usaban la música para apoyar sus procesos digestivos y Aristóteles pensaba que escuchar a alguien tocar la flauta purificaba el alma. La música también puede ayudarnos infinitamente en nuestros momentos de creación si sabemos escoger la que necesitamos, aquí puedes probar el sound bath que escuché mientras escribía este texto, o hacer esta sesión de sonoterapia con Luna Rukmini Devi en el canal de IGTV de Franca.
Hacer una lista en tu teléfono
Crea una nota en tu teléfono en la que irás sumando a una lista las cosas que estabas haciendo cuando tuviste una idea o alguna inspiración. Si estabas caminando a tu casa o limpiando la cocina, anótalo. De esta manera sabrás en qué momentos los ‘genios’ de las ideas, como eran llamados en la antigua Roma, vienen a visitarte desde la calma y la pausa, sin forzar el encuentro.
Si escogemos vivir nuestro proceso creativo de manera pausada y con total atención, podemos confiar en que siempre seremos guiados. Nos convertiremos, entonces, en un canal por el que las ideas fluyen y nutren cada una de nuestras creaciones.