Y si intento: Usar aceites esenciales

por | Nov 30, 2020

Una introducción autodidacta a este ámbito del bienestar.

La idea de usar aceites esenciales en serio, me parece ligeramente intimidante. Por alguna razón los asocio a todo un ámbito más místico del bienestar que me intriga pero me sigue siendo un poco ajeno: los cristales, la astrología, los rituales.

Y aunque en Franca somos grandes proponentes de sus beneficios, personalmente no los había usado con dedicación. Las veces que hemos publicado artículos sobre ellos se ha ido despertando mi interés por probarlos, y quería encontrar una manera fácil y realista, sin ninguna pretensión de dominio místico. ¿Mi objetivo? Encontrar en ellos un apoyo emocional accesible.

Este mes quise descifrar cómo integrar los aceites esenciales a mi rutina más personal, ya que los he ocupado antes para hacer mezclas de limpieza de casa, y funcionan perfecto. Ahora me enfoqué más bien en encontrar formas propias y accesibles de ocuparlos para mis emociones. Conseguí tres aceites esenciales: bergamota, lavanda y eucalipto, y encontré tres maneras de usarlos.

1. Olerlos directamente de la botella

Empecé a cargar en mi cartera o mochila una botellita de aceite esencial de bergamota, para abrirla y olerla cuando quisiera. Lo ponía sobre mi escritorio de trabajo para no olvidarme de su existencia, y en breves situaciones de estrés simplemente lo abría y olía.

Sentir el aroma punzante y fresco de la bergamota me sirvió un par de veces para cortar los espirales mentales del momento. Centrarme por unos segundos en el olor, un sentido que pasa inmediatamente a segundo plano en momentos ansiosos, me fue útil.

Al recurrir a este aceite un par de veces, empecé a observar más detenidamente cómo me hacía sentir. Me encantaría decir que olerlo me hacía liberarme o estar automáticamente en calma, pero la realidad es que simplemente me hacía recordar que podía abstraerme del problema de turno, aunque su efecto fuera temporal. Y eso me parece un mérito en sí mismo.

El beneficio de este uso es que la botellita no pesa, no ocupa espacio y es completamente opcional; se puede sacar o no, oler o no, necesitarse o no. Totalmente inofensivo.

2. Aplicar unas gotitas sobre la piel

Para extender el uso del mismo aceite de bergamota, en ocasiones empecé a ponerlo directamente sobre mi piel. Antes de acostarme, o cuando estaba escribiendo en un journal, ponía una o dos gotas en mis muñecas o detrás de las orejas. Si bien por su olor cítrico tiende a ser un aroma más bien diurno, intenté usarlo así especialmente en las noches, porque leí que el aceite esencial de bergamota puede ser fototóxico (dependiendo del método de destilación), es decir, puede causar irritación en la piel al exponerse al sol.

Gran parte de mis intentos de hábitos de bienestar los concentro en la mañana, y no tengo muy resuelta mi rutina nocturna. Los aspectos constantes son tratar de resistirme a las pantallas y leer. Pero usar este aceite esencial así me sirvió para empezar a configurar una especie de rutina en las noches: ducharme, leer, escribir un poco, ponerme un toque de bergamota. Aunque el olor no duraba mucho, me hacía entrar en otra zona mental.

Otras veces, para usarlo de día, agregué un par de gotitas del aceite en una crema herbal que me echo en el cuerpo.

3. Ponerlos en un difusor en la casa

Compré un difusor muy básico, y lo empecé a usar con agua filtrada y unas tres a cinco gotas de aceite esencial de eucalipto o lavanda. No me puse horas fijas para prenderlo ni nada, en realidad lo ponía cuando me acordaba.

El olor es muy sutil y para nada invasivo. La forma en que funciona un difusor es que básicamente vaporiza los aceites esenciales en microgotitas, y su efecto es mucho más leve. Si bien no considero que funciona para gestionar mis emociones de la misma manera que los otros dos métodos, sirve para ambientar mi departamento.

Después de este mes, pretendo mantener estos tres métodos. Me parecieron lo suficientemente abordables para ser sustentables en el tiempo. Enfocarse más a menudo en el olfato también puede ser un placer subvalorado, y tener a la mano una herramienta tan simple para apoyar la autogestión emocional es extrañamente reconfortante.

Edita, diseña y escribe. Es Magíster en Edición de la UDP y estudió moda, artes contemporáneas y periodismo. @stephanievallek

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